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Federico Jiménez Losantos

El Derecho Retorcido de Miñón

Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, gárgola de la vieja derecha española y mascarón de popa del nuevo separatismo vasco, ha depositado en la sábana prisaica su tradicional deyección separatista. Que este granuja práctico de la teoría constitucional al contado se declare “españolista acérrimo” prueba que ni muerto de miedo baja los precios. Ni los morales del “Premio Sabino Arana”, incompatibles con la higiene intelectual y con la españolidad más modesta, ni los materiales que sin duda merece y le procuran. Es cierto que hasta los sujetos más viles son capaces de superarse, pero que todo un ponente constitucional, aunque sea de alquiler, defienda el separatismo de Ibarreche y la ETA como absolutamente respetuoso con el espíritu y la letra de la Constitución Española va más allá de la capacidad venenosa del crótalo y de la doméstica víbora cornuda. Tergiversar tan abyectamente una Constitución y apuñalar tan cobardemente a una Nación por las que los mejores vascos y españoles están jugándose la vida diariamente, sufriendo el terror en sus familias o padeciendo en su trabajo la inquina de los amigotes de Miñón no es una vileza al alcance de cualquiera. Bien es cierto que el rencor del predecesor de Aznar en la Presidencia de AP tampoco es un rencor cualquiera. Es la quintaesencia de la bilis pasada por el filtro de la envidia y luego por el tamiz del odio. Este Rodríguez de invierno, este Herrero de palo, este Miñón, ayer presidente del partido de Miguel Angel Blanco, hoy sirviente del de sus verdugos, es lo más parecido a los traidores del Círculo de Cambridge que ha producido la derecha y la universidad españolas. Claro que de Philby y Blunt a Herrero y Tussellone hay no poca diferencia.

Que la Constitución defina a España como “patria común e indivisible de todos los españoles” debería ahorrarnos cualquier argumento contra la melopea miñonesca. Ninguna constitución del mundo prevé con deleite minucioso su trituración. Pero el argumentario, es decir, la deyección de Miñón no opera sobre la lógica, sino sobre el odio a lo nacional que lo rechazó como jefe político y la exaltación de la violencia separatista que amenaza destruirlo. Y pocas veces se ha pretendido fundamentar el derecho en la fuerza desnuda y criminal como en esta frase: “Guste o no, la fuerza normativa de los hechos exige para Euskadi una fórmula de autogobierno singular y diferente de la actual, que no tiene por qué ser la independencia estatal, y la cuestión consiste en si se conseguirá con España o contra España.” ¡ La fuerza normativa de los hechos! A la presión del terrorismo etarra y a la rebeldía del gobierno autónomo les llama Herrero simplemente “hechos” y a la anulación de las libertades individuales y a la persecución de los españoles por el hecho de serlo les confiera Miñón nada menos que una facultad “normativa”. Pues si esa es la fuente de derecho para el ponente, está claro lo que propone a quienes no se rindan: “hechos” más severos y “normativa” más apabullante. “Guste o no guste”, dice este barbián del derecho retorcido. Querrá decir “legal o ilegal”, puesto que en la fuerza deposita su esperanza. Y puede ahorrarnos esa hipocresía abyecta, ese viscoso subterfugio de “no tiene por qué ser la independencia estatal”. ¡Para eso lo convoca Ibarreche! ¡Para reforzar España! ¡Farsante de Miñón!

La forma más triste de combatir el terror es lanzarse de cabeza a defenderlo, buscando el perdón de los criminales. Eso explica la última deyección de Miñón, a ver si se dan cuenta los enemigos de España de que Miguel Herrero, aunque sarcásticamente se titula “españolista acérrimo”, es muy poco lo segundo y absolutamente nada lo primero. Pero esta filosofía nazi del Derecho, esta apología de la “normativa de los hechos” sin duda hace honor a todo un Premio Sabino Arana. Ahora, en compañía de Tussellone y Mayor Zaragoza, el Trío Calaveras de la Sabin Etxea está en condiciones de hacerse con el Premio Internacional de Derecho Ubu Amin Dadá. No merecen menos estas gárgolas.

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