Menú
Enrique de Diego

¿Víctimas de la sucesión?

Anda la capital y corte inquieta como en los peores tiempos, con vendetas y ajustes de cuentas profesionales que han empezado a cebarse en la profesión periodística. Parece sólo el comienzo de la tronada. Lo curioso es que, mientras el presidente del Gobierno, reitera que “no toca”, todo el mundo interpreta y hace cábalas de lo bueno y de lo malo –las encuestas del CIS, al margen de versiones oficiales– en términos sucesorios. Notorio es, por ejemplo, que Cayetano González fue un espléndido jefe de prensa de Jaime Mayor Oreja, con todo el coraje cívico que eso representa, además de los servicios prestados a la nación y a su Gobierno. Ni se explica ni se entiende su defenestración por personas próximas al Gobierno, en el que sigue el mismo titular.

Este cainismo augura otros. Hace bien poco un ministro me transmitía el sensato criterio de que la sucesión no implicará descartes, ni tan siquiera conflictos, porque quien no sea el sucesor tendrá el máximo interés en llevarse bien con quien lo sea. Ingenua reflexión muy extendida en el PP, que desconoce los imponderables de la condición humana. La sucesión conllevará salidas de la vida pública, portazos y desafecciones, porque al nivel de las ligas mayores en las que se juega se reducen las posibilidades de atender a los despechos, aunque siempre quedan las empresas públicas o parapúblicas, que de todo hay en la viña de Aznar. Pero incluso para eso, Aznar, en quien se percibe cierto alejamiento galopante de la realidad, fruto de las altas dosis de adulación a las que permitido que le sometieran, debía haber alejado la sucesión –su gran error– de las fechas electorales, porque con tan poco tiempo las prebendas adquirirán un tono de provisionalidad que las hará menos apetecibles.

No es extraño, y vuelvo al principio, que en las defenestraciones de las últimas horas muchos vean las manos de la fontanería de La Moncloa, al margen de los pescadores que andan prestos a pescar en el río revuelto que se está formando. Sea verdad o mentira, es ello muestra de la confusión en la que vivimos.

En Sociedad

    0
    comentarios