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Federico Jiménez Losantos

De qué se trata, que me opongo

Rodríguez Zapatero tendrá muchos defectos, pero entre ellos no está el de tratar mal a sus interlocutores. En el caso de los medios de comunicación, esa virtud se convierte en defecto, o en fuente de confusión. Y en época electoral, la confusión puede degenerar en caos. En la SER, Zapatero se ha opuesto a todo lo que le han dicho que decía el Gobierno. Lo cual es legítimo, pero contradice bastante aquella política del “cambio tranquilo” y la “oposición moderada, dialogante y responsable” que en sus orígenes defendía el político leonés.

Se da la paradoja de que los dos argumentos básicos de la campaña del PP, que son la bajada de impuestos y el reforzamiento de la seguridad ciudadana, fueron avanzados por el PSOE en esos comienzos plácidos del zapaterismo. Sin embargo, cuando el PP ha despertado del letargo absoluto en que se sumió tras la victoria del 2000, el PSOE se ha pasado a la trinchera de enfrente, en vez de disputar al PP el puesto y los argumentos que había reclamado como propios. Ya no es de izquierda bajar los impuestos, ya no quieren los socialistas el tipo único del IRPF, ya no les parece bien el déficit cero, ya protestan contra la anulación del impuesto de sucesiones con el peregrino argumento de que favorece a los más ricos, cuando a los más ricos ya se lo anuló el PSOE. Caldera, que no se entera.

Y en lo que respecta a la inseguridad ciudadana, donde Zapatero, por usar el símil baloncestístico, había tomado la posición a Aznar, también se la han dejado al Gobierno en cuanto ha hecho amago de buscar ese rebote. El resultado es que todos los interlocutores de Zapatero salen encantados de lo que les dice, pero el PSOE en cada sitio dice una cosa. Y eso que todavía no ha salido González. Cuando aparezca, es muy capaz de repetir esa gansada de que no ve ningún argumento para atacar a Irak. Aún está a tiempo Zapatero de repetir el referéndum para sacar a España de la OTAN. El jefe de prensa de aquella campaña, un tal Javier Solana, aspira a suceder a Kakoffi Annan y empieza a cultivar el voto antiamericano. Aún veremos a González y Solana escoltando a Zapatero camino de un mítin antiatlantista en la Ciudad Universitaria. Y eso que falta mucho para el Carnaval.

En España

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