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Punto y final

Tiene sentido que, para concluir una frase, pongamos un “punto y seguido”, si a continuación viene otra sin un gran hiato o salto. Pero resulta incorrecto que digamos “punto y final” para indicar que se han acabado todas las oraciones, que ha concluido el texto. Bastaría con decir “punto final” y el argumento ganaría en sindéresis. Pero esa lógica no funciona en muchos cuarteles de la radio o la televisión donde mucho se perora sin medida. Para indicar que han terminado el discurso, esos redichos remachan: “punto y final”. Bien, el errorcillo tampoco arruina la carrera de nadie, pero mi obligación es recordarlo por si fuere de alguna utilidad. Mi afán salvífico es tal que siempre tengo la esperanza de que estos comentarios míos van a convencer a alguien. Desdichado que soy. En todo caso me siguen los ya convencidos. Lo mío es predicar en el desierto. Que conste que desierto es propiamente donde hay pocas personas, no donde crecen pocas plantas. Recuerden el vistoso “Desierto de las Palmas” de Castellón. En cuyo caso no me queda más que el punto final.


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