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Aunque la costumbre es desearse lo mejor para el año recién nacido y despedir con piadoso desafecto al año recién caducado, y aunque el 2003 haya sido un año de aúpa, verdaderamente horroroso en lo que a política se refiere, y que termina bien de milagro, no parece pintar mucho mejor el 2004. Por donde se mire, todo son peligros a la vista y todos de difícil abordaje e imposible solución inmediata. Tan difícil lo tiene el Gobierno del PP si Rajoy revalida en las urnas la mayoría absoluta de Aznar (o al menos una mayoría suficiente para formar gobierno) que casi dan ganas de entregarle el Gobierno al PSOE y sus aliados y dejarles la gestión y digestión de los monstruos que han creado, asumido o alimentado. Que Odón Elorza lidie el Plan Ibarreche, que Maragall toree el Plan Rovireche y que Chaves brinde al público de sol la faena de las diecisiete haciendas públicas, diecisiete, con que pretende ahora el PSOE disimular el estropicio fiscal de Maragall. Un año o dos de escarmiento, elecciones anticipadas, y hasta dentro de mucho, mucho tiempo, porque la cura iba a ser de caballo percherón.
 
No es la primera vez que las urnas favorecen a los revolucionarios caóticos y tampoco cabe descartarlo en esta ocasión, pero aunque la tentación de dejarle a Polanko y su cuadrilla que gestionen la crisis nacional que por su incapacidad de vencer en las urnas al PP vienen provocando sea intelectualmente irresistible, lo normal es que sea el PP el encargado de tratar de resolverla. Comenzar, empezar, iniciar, porque lo más y mejor que cabe esperar de este año nuevo es que algunas cosas se clarifiquen, otras se aclaren y otras tropiecen con la luz de los focos que ciertas aventuras tenebrosas merecen. Remedio, a corto plazo, ninguna tiene. Ni el separatismo vasco aliado al terrorismo, ni el separatismo catalán aliado al socialismo, ni el socialismo en guerra consigo mismo y contra España, que es el problema peor de todos. Algunos de los problemas del 2004 se gestaron hace 25 años, en un consenso constitucional en el que se sacrificaron cosas importantes a cambio de que otros no se sacrificaran nada. Otros son sólo relativamente nuevos: depende de si consideramos novedad que el PSOE de Zapatero no se resigne a perder las elecciones o si entendemos que estamos reviviendo otro episodio de los que el PSOE protagoniza contra el Sistema cuando no puede disfrutar del Poder. En cualquier caso, pocas cosas pueden mejorar y muchas pueden empeorar muchísimo. Pero los peligros más graves son los que no se advierten. Los de España en el 2004 bien a la vista están.

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