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Federico Jiménez Losantos

La Gran Evacuación

Si el concepto de Protección Civil tiene sentido, en ninguna parte lo he visto tan quintaesenciado como en Florida cuando sopla el huracán.

La diferencia entre un Estado liberal capitalista y democrático y otro que no lo es puede resumirse en lo que sucede cuando hay una catástrofe natural en la Alta California, perteneciente hoy a los USA, y la Baja, parte de los Estados Unidos de México. En un caso, puede hablarse de algunos muertos y de miles de millones de dólares de pérdidas; en el otro, los muertos pueden ser miles y las pérdidas incalculables. Ya se encargarán las autoridades de que los subsidios lleguen de forma tan confusa a sus bolsillos y a las familias de los afectados que no se sepa muy bien a cuánto ascendieron la ayuda y el daño. En rigor, un país ineficiente multiplica los daños; uno más eficiente, los mitiga.
 
Los huracanes y tormentas tropicales se producen invariablemente todos los años y llegan desde el Golfo de Guinea hasta el Golfo de México y el Caribe. Todos los años, desde principios de Agosto, comienza en Florida la temporada de los huracanes, que supone la apertura de todos los telediarios con las noticias sobre las diversas tormentas que se forjan en el Atlántico y que, una vez bautizadas, suponen un peligro incierto pero indudable. La última gran catástrofe fue la del huracán “Andrew” que arrasó Miami. A los seis meses, Miami estaba de nuevo en pie, tras una verdadera epopeya de solidaridad humana y voluntad cívica. Desde entonces, el vertiginoso crecimiento del Condado Dade (donde están Miami, Miami Beach y los veintiocho municipios del Gran Miami) incluye una partida importante para la prevención de huracanes. En la construcción de las grandes viviendas, obviamente, pero también en las ligerísimas de madera donde habitan los más pobres, que sólo pueden salvarse mediante el sótano acondicionado o la evacuación.
 
“Frances” ha provocado la que probablemente sea la mayor evacuación de la historia, aunque no hay forma de saber en una zona tan extensa y de tanta y tan irregular población a cuántas personas asciende. Las cifras oficiales la cifran en dos millones y medio, pero vaya usted a saber. En todo caso, lo indudable es que la población ha sido preparada durante el mes de Agosto, durante todos los Agostos, para soportar el daño del huracán tropical, que es algo que realmente mete miedo. Si el concepto de Protección Civil tiene sentido, en ninguna parte lo he visto tan quintaesenciado como en Florida cuando sopla el huracán. No obstante, al ser afectados tanto la Playa en Miami, hispana en su mayoría, como los condados de Broward y Volusia, angloparlantes y muy distintos a la segunda capital de Cuba y, a este paso, de Venezuela, será digno de ver el comportamiento de las nuevas masas de emigrantes. La tentación o la costumbre del saqueo serán fortísimas.
 
Porque quizás está lejos el tiempo en que uno cerraba su casa en Florida antes de llegar el huracán, se iba, volvía al cabo de los días y nadie había tocado nada. Ese será el test sociológico. El político, a dos meses escasos de las elecciones, atañe directamente a los Bush, ya que el hermano de presidente Jeb es el Gobernador del Estado. En la tormenta previa a “Frances, que padecimos a mitad de Agosto, aumentó la popularidad de los republicanos, por la rapidez y la eficacia con que actuó la Administración y la aparición del Presidente en los escenarios del desastre. Iban muy detrás de los demócratas y los igualaron. Ahora, es posible que Florida, uno de los estados decisivos en las Elecciones, pueda dar o quitar de nuevo la Casa Blanca. Que, por cierto, hace mucho que no sufre ninguna evacuación. Salvo la de los Presidentes, tan previsible como los huracanes.

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