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Cristina Losada

La xenofobia en la tierra mártir

si quiere erradicar estereotipos, nada más fácil que instruirla para que a las voces España, español no suelte colérica calificativos como reaccionario, centralista, machista, fascista, colonialista u opresor

Pasaron años enhebrando el discurso del atraso. Pero quien pensara que una vez en el poder darían puntadas con esa aguja, se equivocó. Ni las infraestructuras contenidas en el malhadado plan Galicia, ni ninguno de los asuntos serios y aburridos que gestionan los gobiernos, rutilan en el firmamento del bipartito. Las estrellas son otras y se ubican en la galaxia de lo simbólico. Se llaman nuevo Estatuto de Autonomía (de nazón, apostilla el socio), normalización lingüística (eufemismo por erradicación del castellano), selección de fútbol propia (gran proyecto del departamento de Cultura), o declaración del 2006 como Año de la Memoria histórica (parcial y sesgada).
 
En sintonía con los gobernantes de Madrid, los de Compostela practican la política como espectáculo, sobre todo, los del BNG. Éstos pinchan y cortan menos, así que tratan de pintar más. La labor de las hormiguitas socialistas queda anulada por el estruendo de las cigarras nacionalistas. El hombre orquesta de Allariz se ha propuesto acaparar el protagonismo que las urnas le negaron y toca todas las teclas. No siempre cuela. La declaración del aniversario del accidente del Prestige como Día da Dignidade fue vetada por sus socios y parecido destino le espera a la nueva efeméride con la que quiere adornar el calendario de fiestas luctuosas: el Día de la Galicia Mártir.
 
Pero una idea del equipo de Quintana merece la pena. Se trata de conseguir en Galicia la “xenofobia cero”. Poca población extranjera vive en estas tierras; ronda el 2 por ciento del censo. La mayoría son hispanoamericanos. El censo recoge la presencia de 5.108 africanos y de 1.164 asiáticos. Esto, en un total de 2.760.179 almas. No hay constancia de brotes xenófobos contra esos inmigrantes en los últimos años. Pero la negativa de los porteros de dos bares de copas de Narón a permitir la entrada de un gitano una noche, durante estas fiestas, ha movido a la vicepresidencia de la Xunta a proclamar tan loable objetivo para los próximos tiempos.
 
Aunque no lo parezca, hay mucho por hacer. Porque en Galicia un porcentaje minoritario pero significativo de la población abriga sentimientos fóbicos hacia otra parte que desprecia como extraña y ajena: los gallegos que se consideran españoles y hablan español. La reciente decisión de la Xunta de suprimir el castellano de las pruebas para opositar a la función pública ha hecho aflorar un brote de esa xenofobia de raíces ideológicas que estalla ante el idioma, el que es común a los ciudadanos de España. Ante las protestas que suscitó, decía uno: ¡Que se vayan a opositar a Murcia!
 
La primera batalla contra la xenofobia tendrá que darla Quintana entre su tropa. Y si quiere erradicar estereotipos, nada más fácil que instruirla para que a las voces España, español no suelte colérica calificativos como reaccionario, centralista, machista, fascista, colonialista u opresor. Si eso no es estereotipar que venga el CAC y lo vea. Pero más fácil será que un camello pase por el ojo de una aguja a que un nacionalista renuncie a alimentar el odio a lo español. La xenofobia cero de Quintana, que incluye un pacto con los medios de comunicación, no se traducirá en otra cosa que en suprimir de las informaciones de sucesos la nacionalidad del presunto delincuente; a menos, que sea blanco, español y heterosexual.

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