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Cristina Losada

ZP con freno y marcha atrás

Así que ZP ha confesado en el Senado que, cuando elevó a ETA al rango de interlocutor del Estado, no tenía ninguna garantía sólida de su voluntad de dejar las armas. Vale. Es lo que decíamos ayer.

Alarmados estábamos y ahora, alarmados están. En las altas instancias, según comunican los autores-intérpretes de sus partituras, se ha encendido la luz roja. Y, naturalmente, no por las consecuencias previsibles de sus anuncios insensatos y sus concesiones a la banda terrorista y afectos. En los predios monclovitas las sirenas saltan por culpa de los procesos judiciales y sentencias que afectan a esos tipos que se está currando Patxi López para una futura y provechosa vida en común. La actuación de la justicia puede dificultar la larga marcha, que si por ZP fuera sería corta, hacia la paz sucia que se gesta a la sombra del prestigio del pobre Henri Dunant. Bueno, hasta ZP lo ha dicho. Luego no sabemos si será verdad. Pero tal es el mensaje a transmitir. La canción dedicada al oyente etarra. A pesar de los oficios de tinieblas de Cándido, Baltasar y otros togados artistas del alambre, el gobierno, ay, no puede controlar del todo el poder judicial. Que no le pidan más.

Pero este gobierno no sería este gobierno, ni se mantendría en las encuestas como se mantiene, si no difundiera a la vez dos mensajes contradictorios. Por lo menos. Y ahí están, transparentes como gotas de agua y diferentes como la luna y el sol. De un lado, la excusatio al entramado terrorista, que de paso es una orden implícita a jueces y fiscales, por si los mandamientos de Conde-Pumpido no estuvieran bien grabados, aunque nunca escritos y firmados por él. Del otro, la asombrosa afirmación que resumía este titular del digital de El País: El gobierno no dará "ningún paso" hasta acreditar la voluntad de ETA de dejar las armas. ¡Qué me dices! Zetapé ha descubierto el teorema de Pitágoras: que "el problema de fondo es la voluntad de ETA de dejar las armas". Lo ha repetido de distintas formas. No hay duda de que quería decirlo, el hombre. Ni de que esas palabras han nacido para convertirse en titular. O viceversa: el titular las requería urgentemente, pues las alarmas no han saltado sólo por lo que indican los arúspices. El robo de armas ha llovido sobre un lodazal de tropelías, las bravuconadas y amenazas de los terroristas no cesan, y el transformista López no ha podido ser más explícito sobre quiénes son los amigos: Batasuna-ETA, y quiénes los enemigos: el PP. Hasta el público entregado se ha debido de remover un poco en los asientos. De ahí ese ademán de tocar el freno y casi, casi, poner la marcha atrás. "No daremos ningún paso".

Sería bonito si fuera medio cierto. Pero lo que puede documentarse es que Zapatero, alas, ha vuelto a engañar. Qué raro. Y es que el gobierno ya ha dado "pasos" antes de acreditar nada de lo que ahora dice que quiere acreditar. Más aún: lo dio por acreditado. Por verificado, decían antaño, que era sólo hace unos meses. El primer peldaño que pisó con luz diurna y pocos taquígrafos fue aquel: "quiero anunciarles que el Gobierno va a iniciar un diálogo con ETA". El 29 de junio, en el vestíbulo del Congreso. Y allí, en declaración pública y solemne, como todas las suyas, ZP no dijo que "estaba en disposición de contrastar si ETA tenía voluntad de dejar las armas". Acaba de decir que lo dijo. Pero allí, sin cautela alguna, inauguró oficialmente la negociación con los terroristas. Lo hizo, como ahora reconoce tácitamente, sin contrastar, acreditar ni verificar. O sea, incumpliendo la resolución pergeñada por su partido, que requería, al menos, ciertas condiciones y seguridades. Pocas, ambiguas y confusas, sí, pero ni eso han respetado.

Así que ZP ha confesado en el Senado que, cuando elevó a ETA al rango de interlocutor del Estado, no tenía ninguna garantía sólida de su voluntad de dejar las armas. Vale. Es lo que decíamos ayer. Es lo que han dicho en la calle las víctimas del terrorismo y centenares de miles de ciudadanos. Y él lo dice hoy, como si nada. Y para nada... bueno.

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