Es injusto que ahora se ataque a Magdalena Álvarez, ministra de Fomento, por el caos que se ha producido en las comunicaciones a causa del temporal de nieve. La prensa actúa con manifiesta injusticia, pues estos varapalos a doña Magdalena, a la que se pinta como el colmo de la incompetencia, no hacen más que eclipsar tantas otras muestras de torpeza y de ineptitud con que nos han obsequiado otros ministros de este Gabinete. Para restablecer el equilibrio y la objetividad, sin dejarme llevar, de manera facilona, por el último y más llamativo desmán ministerial, he escrito este soneto.
La de Igualdad es mala, mala, mala;
el de Justicia es pésimo igualmente;
la de Fomento es muy incompetente;
pero la de Defensa se le iguala.
La de Vivienda es chunga, la chavala;
el de Exteriores es muy deficiente;
malísima, la que hay de Medio Ambiente,
y al de Trabajo todo le resbala.
Nefasto, el titular de Economía,
y la de Educación –qué porquería–
consigue una enseñanza mequetrefe.
De Sanidad e Industria, mala cosa;
la vicepresidenta es espantosa...
pero el peor de todos es el jefe.