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Agapito Maestre

Encuestas y lecciones políticas

Rajoy olvida con demasiada frecuencia que él es un líder aún peor valorado, en las expectativas electorales, que Zapatero y Rubalcaba.

La encuesta de El Mundo no deja lugar a dudas. El PP arrasará al PSOE en las elecciones autonómicas y municipales. Mantendría intactos todos sus feudos, obtendría mayoría absoluta en Castilla-La Mancha, Cantabria y Baleares y podría gobernar en Aragón y Asturias con el apoyo de otros partidos, incluso Extremadura podría ser gobernada por el PP si IU no lograra entrar en la Asamblea Regional.

Sencillas lecciones pueden extraerse de estos resultados. La primera es que el PSOE sufre una derrota por su gestión catastrófica. La segunda es que no se vota a favor de un partido sino contra el partido gobernante. La tercera es que da igual el tipo de oposición que se haga, porque el votante no va movido a las urnas por el entusiasmo que produzca el PP sino para desahogarse contra el PSOE. Y así, querido lector, podríamos seguir sacando lecciones más o menos plausibles de acuerdo con nuestros propios principios democráticos e intereses personales.

Pero, si se me permite decirlo a la pata la llana, lo importante no es la propia encuesta sino su interpretación; pues que ni siquiera El Mundo se cree a pies juntillas su propia encuesta, es decir, de la encuesta no se deriva que eso vaya a suceder inexorablemente. El Mundo, como repiten y repiten constantemente los políticos profesionales, argumenta en el editorial que dedica a la encuesta realizada por Sigma Dos que "sólo las urnas decidirán" esos resultados. El propio periódico es consciente de los límites de los estudios demoscópicos. Y es que, por fortuna, la imprevisibilidad de las acciones políticas en general, e incluso de los resultados electorales en particular, convierten al sistema democrático en algo fascinante. Inagotable.

No hay teoría política que pueda dar cuenta de una vez por todas sobre qué sucedería en el futuro de una democracia. Sin embargo, los estudios electorales tratan en la medida de sus posibilidades de orientarnos y predecir el comportamiento electoral de los ciudadanos. Naturalmente, es una de las bazas más serias que manejan los políticos actuales para cambiar sus estrategias y tácticas para conquistar el voto. De ahí que, por encima de otras consideraciones, la principal lección de esta encuesta es que todas las encuestas, en general, son siempre interesantes, incluidas las que contienen un exagerado tinte partidista. De todas podemos aprender. Poco importa ahora que nunca acierten, sólo faltaba, en sus pronósticos. Lo decisivo es el retrato de ese momento de la sociedad.

La encuesta es un instrumento político decisivo del régimen democrático, pero que, a veces, puede resultar trágico para el partido que aparece como vencedor. ¿Acaso por eso, especialmente en España, siempre hay una gran distancia entre lo que dicen las encuestas y los resultados electorales? Es ya relato tópico cómo el PSOE siempre ha recortado distancias al PP en todas las encuestas que daban ganador al partido de Rajoy. Por lo tanto, no es que se equivoquen las encuestas, que son sólo instantáneas o fotos de un momento, sino que quizá aprenden los políticos a cambiar sus estrategias en función de esas fotos.

En fin, aunque me gustaría equivocarme, creo que de esta encuesta sacará más partido el PSOE, si nos atenemos a su historia, que el PP, porque Rajoy no quiere aceptar un postulado básico de los estudios electorales: "Las expectativas abrigadas por los ciudadanos es donde se juega el destino político en la democracia de opinión". Rajoy, en efecto, olvida con demasiada frecuencia que él es un líder aún peor valorado, en las expectativas electorales, que Zapatero y Rubalcaba.

En España

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