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Diálogos de la lengua

Me refería yo aquí a que el "perroflauta" era el pordiosero que toca la flauta con un perro. Agustín Fuentes me corrige. Habría sido más claro decir que es un mendigo que toca la flauta acompañado de su perro.

Hug Banyeres se pregunta qué significa lo de "estrambote" cuando yo me refería al divertido soneto de Jesús Laínz. Era un juego de palabras. Naturalmente, era un soneto sin estrambote (versos que se añaden a los canónicos), pero eso me daba pie para añadir un irónico comentario. Serénese el mosén y provéase de papel de fumar, quiero decir, para escribir su ópera omnia.

David Olivares Navarro anda intrigado con la diferencia entre idioma, dialecto y acento. No soy lingüista, como es notorio, pero me interesa mucho el habla como un hecho social. El idioma es la lengua estructurada. El dialecto es una variante local o regional de un idioma. El acento es la forma de pronunciar un idioma o dialecto de acuerdo con ciertas tradiciones o usos. Ninguna de las tres voces tiene un carácter despectivo, al menos en teoría. Hay acentos con mucho predicamento, como el andaluz (o los andaluces). Si bien se mira, el castellano sería hoy un dialecto del español.

Jesús Laínz me explica mi queja de que en su soneto fuera yo tachado de "futbolista". Se me había olvidado el caso; y pido perdón por ello. Resulta que, en la presentación en Santander de mis Memorias, el director de El Mundo de Cantabria, Félix Villalba, hizo un juego muy divertido. Habló de una encuesta que había hecho expresamente para el acto. Uno de los resultados fue que el 10% de los consultados opinaban que yo era futbolista. Realmente, era uno solo, pues la muestra fue de diez personas. Era una sátira festiva sobre los sociólogos. Podía haber precisado que exactamente la opinión la suscribían el 10,0% de los entrevistados.

Me refería yo aquí a que el "perroflauta" era el pordiosero que toca la flauta con un perro. Agustín Fuentes me corrige. Habría sido más claro decir que es un mendigo que toca la flauta acompañado de su perro.

Juan José Carballal me señala que lo de "analgia" es un invento inútil, pues ya está "analgesia". Además, lo de "analgia" suena a "ano". Protesto. Lo de sonar a "ano" no tiene por qué si recordamos la cantidad de palabras con la misma raíz negativa: analfabeto, anarquía, anafrodita, anagrama, etc. No me vale "analgesia", que da idea de la supresión del dolor por algún estímulo externo. En cambio, necesito el concepto de "analgia" como un sentimiento, la incapacidad o el dominio para no sentir dolor. Tiene razón don Juan José en que los "chafarrinones" o brochazos no son solo sobre una pared (como yo decía) sino sobre cualquier espacio. Quizá es que yo estaba pensando en los grafiteros. Pregunta don Juan José si el verbo castellano "empuntiar" (=expulsar disimuladamente a alguien) no estará emparentado con el asturiano "embuntiar" (= empujar). Supongo que hay un parentesco. Siempre había pensado que lo de "empuntiar" (un verbo familiar para mí) tenía algo que ver con la punta del pie.

Francisco Javier Moradiellos se queja de que me apunte a "nutriólogo" o "nutrólogo" cuando en castellano tenemos "nutricionista". Hombre, el sufijo "logo" le da más prestigio. Es la diferencia entre el callista y el podólogo, el masajista y el fisioterapeuta, el dentista y el estomatólogo, el marxista y el marxólogo, el oculista y el oftalmólogo, etc. Lo de "nutriólogo" se lo oí muchas veces a Grande Covián. Él era uno de los más grandes y con menos prejuicios. El diccionario admite "nutrólogo"; me gusta menos. No nos debe asustar el neologismo cuando se necesita.

En Sociedad

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