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Guillermo Dupuy

La prensa sometida al islam

No todas las religiones ni todas las ideologías merecen el mismo respeto. Y ningún riesgo físico debe acarrear faltárselo a ninguna de ellas.

Nuestro genial Borja Montoro sobrevalora a buena parte de la prensa occidental. En su viñeta de este jueves, un airado yihadista insulta a los autores de la matanza de París por lograr con ella que "todo el mundo publique las caricaturas del profeta". Nada más lejos de la realidad. Muchos diarios, empezando por el danés Jyllands-Posten, que en 2005 publicó una polémica serie de viñetas sobre Mahoma, han apelado ahora a la "responsabilidad" hacia sus trabajadores para no reproducir los dibujos del semanario francés Charlie Hebdo. Otro tanto se podría decir de periódicos tan importantes como el New York Times o el Wall Street Journal: justifican con los ropajes de la responsabilidad y de la sensibilidad lo que no es otra cosa que sometimiento al islam, valga la redundancia.

Puedo comprender el temor, pero no hasta el extremo de no atreverme a reconocerlo como tal. Al igual que le sucede a Arcadi Espada, a mí estos eufemismos en defensa de la autocensura me recuerdan el artículo que firmaron al alimón Zapatero y Erdogan en 2006, en el que, tras defender la libertad de expresión como "una de las piedras angulares de nuestros sistemas democráticos", pasaban a considerar:

No existen derechos sin responsabilidad y sin respeto por las sensibilidades diferentes. La publicación de estas caricaturas puede ser perfectamente legal, pero no es indiferente y, por tanto, debería ser rechazada desde un punto de vista moral y político.

Faltar al respeto a alguien en una sociedad libre no debería acarrear para nadie más riesgo que el de ser faltado al respeto. No todas las religiones ni todas las ideologías merecen, además, la misma consideración. Y ningún riesgo físico debe acarrear faltárselo a ninguna de ellas. Las viñetas de Charlie Hebdo no han denigrado al islam tanto como lo hace el Corán o la multitud de sus seguidores que, invocando a Alá, derraman la sangre de los infieles en su guerra contra la civilización occidental.

Para muchos occidentales parecería que estos atentados, más que una muestra de la criminalidad islamista, fueran una lección que los no musulmanes deberían aprender respecto de lo que pueden o no decir, escribir o dibujar. Parece que su principal obsesión es que no crezca la islamofobia, etiqueta en la que incluye a cualquier rechazo, por racional, ilustrado y sensato que sea, hacia una religión liberticida que no respeta la dignidad ni del infiel ni de la mujer. Dicen que hay que ser respetuoso con la mayoría de musulmanes que son pacíficos; pero no parecen considerarlos como tales al considerar "irresponsable" o "temerario" faltarles al respeto con la misma libertad con la que se lo faltan, con muchísima mayor frecuencia y mucha menos justificación, a cristianos, judíos o budistas.

Este mismo jueves al liberal Nigel Farage, lider del Partido de la Independencia del Reino Unido, le han caído todo tipo de reproches por haberse atrevido a denunciar algo tan obvio como el fracaso del multiculturalismo, que "fomenta que la gente de otras culturas permanezca en la suya propia y no se integren por completo en nuestras comunidades". El resultado es que hay "gente que vive en nuestros países y que tienen nuestros pasaportes, pero que en realidad nos odian". Lo grave –añado yo es que este fracaso quiere ser ocultado tanto o más que las viñetas.

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