Todo irá a peor en la política española. Esto no es pesimismo. Es algo elemental. Una obviedad que necesitamos repetir para tomar aliento y no engañarnos con faramalla idealista. Día que pasa sin Gobierno, y sin anunciar la fecha del debate de investidura, el drama de España se hace más hondo. El deterioro de las instituciones es imparable. Los partidos políticos cada vez más se identifican con individuos ambiciosos. El Estado se confunde con el Gobierno y el resto de instituciones siguen degradándose sin otro objetivo que hacerle la vida imposible al contribuyente. Ese fondo oscuro de inmoralidad que arrastra el alma colectiva de España nos impide ver lo evidente. La gente se monta su película al margen de lo real. De ahí que nada sea lo que parece en España. La política española, reducida al juego de los partidos políticos para conformar un Gobierno, es un ejemplo de simulación que los ciudadanos no logramos entender. Todos los partidos políticos quieren evitar unas terceras elecciones, pero, salvo C’s, ninguno de ellos está poniendo los medios necesarios para que haya realmente un Gobierno estable.
Y es que la política, aparte de necesaria, siempre es difícil. Oscura. A veces tengo la sensación de que el primer interesado en esas nuevas elecciones es Rajoy, primero, porque ni siquiera ha dejado claro si irá o no a la investidura; en segundo lugar, porque Rajoy así lo ha anunciado, después de la reunión con Sánchez; si el PSOE no se abstiene, ha insistido Rajoy, iremos a unas terceras elecciones; y, en tercer lugar, porque los del PP han hecho correr el rumor de que el tiempo, cuanto más tiempo se tarde en intentar formar un Gobierno que se sabe de antemano imposible, será el primer argumento para que el PP arrase en unos terceros comicios. Pero, en otras ocasiones, tiendo a creer que el primer objetivo de Rajoy es no repetir las elecciones; en efecto, después de la reunión con Rivera, Rajoy ha mostrado una actitud más optimista que ayer y, sobre todo, ha explicado que puede presentarse a la investidura porque se han abierto cuatro vías de negociación con C’s; por una vez, espero que sirva de precedente, Rajoy parece haber hablado de igual a igual a Rivera.
En cualquier caso, y este punto es crucial, para ir a la investidura necesita la abstención del PSOE, primero, y la colaboración permanente de C’s para alcanzar un Gobierno estable para la legislatura. Creo que lo segundo lo conseguirá, porque es una seña de identidad de C’s; si este partido no negociase la estabilidad de un Gobierno de España, estaría contradiciendo su base fundacional. Pero lo primero es más complicado, a pesar de que Rajoy está utilizando todos los medios de presión a su alcance, y son muchos y poderosos, incluido el editorial de ayer de El País, para que Sánchez se allane. ¿Quién ganará en esta lucha personal entre Sánchez y Rajoy? No lo sé, pero sí sé quiénes la estamos perdiendo: todos los españoles. De momento, como dice mi amigo Paco, lo que sí es cierto es que el enfado en el PSOE con su secretario general adquiere caracteres de tsunami oriental, entre otras razones, porque a nadie en su sano juicio, desde un partido socialdemócrata, se le ocurre hablar a estas alturas de derechas e izquierdas.
Así las cosas, la pregunta de mi amigo es sensata: ¿terminará pronto, quizá antes de los que pensamos, el Comité Federal del PSOE con Pedro Sánchez?