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Pedro de Tena

El 'monstruo' Trump fue a ver a De Niro, el 'progre'

De Niro, mi admirado De Niro, es progre. Sus pecados le sean perdonados.

Santo de toda santidad, a pesar de que el Vaticano rechazó que leyera unos poemas pontificales de Benedicto XVI debido a sus impropios comportamientos, Robert de Niro se ha explayado este fin de semana contra Donald Trump, el malo de la película que el Hollywood progre se ha fabricado para ayudar a Hillary Clinton en su carrera hacia la Casa Blanca, mujer y demócrata, nada menos. No le ha insultado mucho. Sólo le ha dicho lo que sigue:

Es descaradamente estúpido. Es un gamberro. Es un perro. Es un cerdo. Es un estafador, un artista de mentira, un chucho que no sabe de lo que habla, que no hace sus deberes, que no se preocupa (…) Cree que está jugando con la sociedad, no paga sus impuestos. Es un idiota.

Y termina en un vídeo mirando a la cámara diciendo: "Quiero golpearle en la cara". Como han podido comprobar, es un conjunto de argumentos técnicos, políticos, económicos y éticos que me han dejado intelectualmente apabullado.

Luego, tras mesarme la barba y tirarme de los pelos, me he preguntado qué barbaridad habría hecho este Trump para cabrear de este modo al ejemplar De Niro e invitarle a usar el argumento ad hominem de esta forma tan pacífica. Ya me había mosqueado un poco el enjuague intelectual de Google, que, preguntaras lo que preguntaras en su buscador, siempre te aportaba la opinión de De Niro sobre Trump. Vean un ejemplo de fechas y noticias:

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Mi sorpresa creció cuando leí en The New York Times y busqué y encontré en EFE, por eso del castellano, que Robert de Niro debía 6 millones de dólares al fisco americano en 2015. Textualmente:

El servicio de recaudación de impuestos de EEUU (IRS, en inglés) reclamó más de 6,4 millones de dólares al actor Robert de Niro, de 71 años, por impago de impuestos (…) La solicitud de pago, accesible a través de internet, está fechada el 3 de febrero de este año y corresponde a deudas acumuladas durante el ejercicio fiscal 2013.

Vaya, hombre.

Es más, en la última biografía, que no parece haber sido desmentida, de Robert Anthony de Niro Jr. se afirma que es adicto al sexo y a la cocaína, prepotente y despótico con las mujeres, hombre de negocios con el beneficio como meta como Trump (incluso se quedaba con el dinero de las propinas de los empleados de sus restaurantes), de dudosas relaciones con la prostitución (que al parecer no tiene que ver con la explotación o humillación de las mujeres) y, como se ha comprobado, muy desagradable en las formas. Un ejemplo es que, aunque está casado con una mujer de color negro, Grace Hightowwer, hizo un comentario chocante sobre la esposa de Barack Obama: "¿Está preparado Estados Unidos para tener una primera dama blanca?", dijo, obteniendo la censura de Michelle Obama. Nadie le acusó de racismo ni de pésimo gusto, por supuesto.

Porque, señoras y señores, De Niro, mi admirado De Niro, es progre. Sus pecados le sean perdonados. Y fíjense, sin avisarle siquiera, aunque con una leve orquestación hollywoodiana, el monstruo Trump (a ver si aciertan nuestros progres si me gusta o no) ha ido a verle, maldito provocador. ¡Vivan los Clinton!... y su exquisito y proverbial respeto por las mujeres.

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