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Santiago Navajas

¡A las Cabalgatas!

Resulta obsceno, además de cansino, que vendan con el rollo del buenismo lo que no es sino la tradición de extrema izquierda de atacar las tradiciones cristianas.

Resulta obsceno, además de cansino, que vendan con el rollo del buenismo lo que no es sino la tradición de extrema izquierda de atacar las tradiciones cristianas.
EFE

Los anarquistas cantaban durante la Guerra Civil:

En pie el pueblo obrero, a la batalla,
hay que derrocar a la reacción.
¡A las barricadas! ¡A las barricadas!

En el siglo XXI la izquierda sigue cumpliendo el dictum de Alfonso Guerra según el cual a España hay que transformarla hasta que no la reconozca "ni la madre que la parió". Dicha madre, para el imaginario de la izquierda, es la tradición cristiana, que tendría que ser deconstruida, violentada y humillada, para ser sustituida por la posmodernidad líquida y nihilista de la corrección política. Sólo que la disputa ya no se realiza en las barricadas, por el momento, sino en las cabalgatas de Reyes. Por ejemplo, en Cataluña la colusión de extrema izquierda y nacionalismo plantea que los Reyes Magos luzcan lazos amarillos y las carrozas tengan sus farolillos adornados con esteladas. Y que todo el mundo vista de amarillo.

En Madrid, el asalto políticamente correcto a las tradiciones empezó con la llegada de Manuela Carmena, esa mezcla entre el mago de Oz y la Mamá de Futurama, a la alcadía. Los dogmas de la corrección política y la agenda cultural de izquierdas empezaron a aplicarse en todos los ámbitos sociales, incluidos los relacionados con los niños. Sobre todo los relacionados con los niños. La fijación de la izquierda con la ingeniería social contra los menores se empezó a detectar en España con los guiones adoctrinadores que escribía el activista Santiago Alba Rico para el programa La bola de cristal. Como reconoció el guionista en una entrevista con Pablo Iglesias, con indisimulado orgullo por la hazaña, el personaje de Amperio Felón "surgió de los capítulos sobre la acumulación originaria de El Capital". Pablo Iglesias le responde con agradecimiento que los de su generación "recibimos unos cursos de EGB en marxismo".

De aquellos programas infantiles, este resurgir de la extrema izquierda. Al final de la entrevista de Iglesias a Alba Rico se hace un llamamiento a los que saben escribir "relatos" para recuperar esa "capacidad narrativa". Es decir, esa actitud adoctrinadora que confunde la pedagogía crítica con la pederastia ideológica.

Durante la II República, los ataques antirreligiosos llegaron incluso a suspender las procesiones de Semana Santa en Sevilla. Como cuenta Chaves Nogales, los sevillanos no estaban dispuestos a que se perdiesen sus tradiciones, así que finalmente la hermandad de la Estrella de Triana salió a procesionar. Sólo para que el Cristo recibiese una pedrada y la Virgen un par de tiros. Del asalto a las procesiones hemos pasado, salvando las distancias, al ataque a las cabalgatas. En el colmo de la idiocia, se ha llegado a defender la inclusión de una carroza de drag queens con el pretexto de que si durante el franquismo incluyeron a unos toreros en vespa, o si sale Bob Esponja por "intereses comerciales", por qué no iban a salir unas émulas de Priscilla, reina del desierto. Idiocia porque al poner como excusa el ridículo en tiempos del dictador o compararse con el apostolado capitalista la extrema izquierda está asumiendo su propio sinsentido y su carácter de propaganda.

Que en la Cabalgata de Reyes salgan drag queens, toreros en vespa o alienígenas de Avatar, a los niños les da igual, adictos como son al surrealismo. Paradójicamente, los mismos que reclaman tolerancia para sus drag queens serían los primeros que protestarían indignados si ahora desfilasen toreros en vespa. Por nuestra parte liberal, celebramos a las drags, a los toreros e incluso a los muy ecologistas, fascistoides y azules alienígenas de Avatar, siempre y cuando estén ahí con espíritu festivo y no con espurias intenciones de conflicto ideológico y provocación gratuita. Pero resulta obsceno, además de cansino, que vendan con el rollo del buenismo lo que no es sino la tradición de extrema izquierda de atacar las tradiciones cristianas.

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