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Pablo Molina

El desfibrilador de podemitas

Hay que invitar a los jóvenes a leer este libro y dárselo subrayado, para que surta efecto antes de que surja la precoz fatiga intelectual tan típica de las generaciones actuales.

Hay que invitar a los jóvenes a leer este libro y dárselo subrayado, para que surta efecto antes de que surja la precoz fatiga intelectual tan típica de las generaciones actuales.
David Alonso Rincón.

Los comunistas sobreviven en los regímenes democráticos por la desmemoria voluntaria de las elites y la ignorancia forzada del resto de la sociedad. A pesar de todo, un sistema económico edificado sobre la mentira sistemática y el falseamiento de datos, al servicio de una secta de fanáticos dispuestos a todo, solo puede generar miseria, devastación y millones de cadáveres, que es exactamente lo que ha producido el comunismo cada vez que se ha puesto en práctica, en todo tiempo y lugar.

Mas la doctrina marxista cuenta con la asombrosa ventaja de ser juzgada por sus intenciones, no por sus resultados. Por eso pervive en el imaginario colectivo esa percepción del comunismo como una enseñanza frailuna que se preocupa de los pobres –precisamente los que más padecen sus peores consecuencias– y pretende alcanzar la igualdad como ideal de la humanidad. Desde ese punto de vista, los comunistas son inmunes a la crítica porque su proyecto no es meramente político, sino fundamentalmente moral.

Pero en estas llega un libro titulado Memoria del comunismo, una obra seguramente mucho más ambiciosa de lo previsto por Federico Jiménz Losantos cuando decidió privarse para escribirlo de unas cuantas siestas, que acabarían convirtiéndose probablemente en más de un centenar. El cuerpo central del comunismo se desplomó en 1989 junto con el Muro de Berlín, pero todavía quedaba en pie la fachada intervencionista, totalitaria, multiculturalista y anticlerical. Estaba pidiendo a gritos que alguien la derribara de un mazazo. O de 736, que son las páginas de un libro que ya se puede catalogar de excepcional por la manera en que aborda el comunismo: desvelando su misterio, relatando su verdadera historia, desmontando sus falacias y anulando su veneno filosófico, todo ello como parte de un compromiso personal.

Hay que invitar a los jóvenes a leer este libro y dárselo subrayado, para que surta efecto antes de que surja la precoz fatiga intelectual tan típica de las generaciones actuales, educadas en el seno de una cultura predominantemente audiovisual. Su lectura servirá para desprogramar a las víctimas del influjo del podemismo, el comunismo de siempre recauchutado como secta ideológica posmoderna, surgida al socaire de una pavorosa crisis económica que a punto estuvo de llevar a sus dirigentes al poder. Y es que, pese a la nulidad intelectual de sus promotores –con sus golferías tan propias de niños de papá– y a las consecuencias perniciosas que acarrean sus políticas cuando se ponen en práctica, varios millones de españoles (muy pronto veremos cuántos) siguen confiando en unos personajes dispuestos a fulminar nuestro sistema de libertades a la menor oportunidad.

Memoria del comunismo es, en esencia, el mejor servicio público que se ha hecho en los últimos años para dignificar a nuestra sociedad e inmunizarla contra los estragos del populismo ultraizquierdista, que hasta ahora seguía gozando de cierto prestigio moral. Jiménez Losantos ha hecho un gran servicio social y, además, sin necesidad de subvención, otro rasgo que distingue a los liberales de los que, incrustados en el presupuesto público, ni siquiera se atreven a salir a la palestra a tratar de desmontar lo que se explica en las páginas de este libro esencial.

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