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Agapito Maestre

Del Rey al discurso de Inés Arrimadas

Respeto a la Constitución y reconocimiento de un sentimiento civil de carácter patriótico serán serán las bases de la nueva forma de hacer política.

Dos discursos tendrán que estudiar con detenimiento los futuros historiadores de la actual fase de la democracia española: el discurso del Jefe del Estado del 3 de octubre, después de los intentos de golpe de Estado llevados a cabo por los secesionistas catalanes, y el discurso de la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, para abrir de par en par las puertas de una institución democrática que había sido secuestrada por los secesionistas y sus colaboradores hace más de veinte años. El primero insufló ánimo democrático a la ciudadanía española desalentada por un Gobierno inepto e incapaz de cumplir con sus obligaciones constitucionales. Habló en un medio de comunicación público para todos los españoles y fue directamente al asunto: España es una gran nación en Europa. El segundo es todo un discurso del método político para revitalizar la democracia española desde las instituciones. Inés Arrimadas fue precisa, desde la tribuna de oradores del Parlament de Cataluña, al reconocer que España es una gran nación en Europa, porque los españoles, como el resto de ciudadanos de la Unión Europea, han percibido con nitidez en esta crisis que sus vidas carecen de sentido sin un vínculo cívico a su nación, o sea, sin patriotismo España no es nada.

Respeto a la Constitución y reconocimiento de un sentimiento civil de carácter patriótico serán serán las bases de la nueva forma de hacer política. Los dos discursos son grandes piezas políticas para rehabilitar, restablecer y reconstruir el principal puente que han tratado de destruir los separatistas, a saber, el vínculo moral, que no otra cosa es el sentimiento constitucional, entre los ciudadanos y sus instituciones. Sí, porque los separatistas y los populistas, los nacionalistas y sus adláteres no han tenido otro objetivo que destruir esa compleja y sutil relación de los ciudadanos españoles con sus instituciones, es menester resaltar la importancia del discurso de Arrimadas desde una institución, el Parlament de Cataluña, que ha estado, insisto, secuestrada por los partidos nacionalistas con el consentimiento de las élites dirigentes del PP y PSOE.

Es fácil sintetizar una pieza de retórica política tan extraordinaria como la de Inés Arrimadas. Ella no habla para la historia ni para el futuro sino para el instante mismo que viven millones de ciudadanos de Cataluña, España y Europa ante la ficción, la farsa o mentira montada por una elite separatista para vivir de lo que mata, a saber, la política. Arrimadas ha hecho un discurso contra el asesinato de la política, es decir, de la realidad de llegar a acuerdos a través del intercambio libre de argumentos en una asamblea legalizada y legitimada por la nación española, el Parlament de Cataluña. Respaldada por un millón cien mil votos de catalanes, de ciudadanos españoles integrados en Europa, que son los que han votado a Ciudadanos, Arrimadas ha dado la posibilidad a los separatistas de hacer política. Ha conseguido abrir una institución cerrada a cal y canto por los separatistas para que expresen sus objetivos. Imposible. No tienen otra pretensión que vivir del resentimiento a lo que les da vida.

La sesión plenaria del Parlament, sin embargo, ha servido para que los separatistas den la cara, en realidad, para que la escondan detrás de sus escaños. Han tenido que oír a través de la líder de Ciudadanos lo que dicen intuitivamente millones de españoles y europeos. Los separatistas, sí, han vuelto a mentir en el Parlament: no quieren gobierno para Cataluña sino lío, jaleo y bullicio. Han hecho de la mentira su forma de vida. Mienten a todos los ciudadanos sin el más mínimo decoro por su dignidad. Mienten a los europeos y a los españoles, pero sobre todo engañan a sus votantes, porque ellos saben que Cataluña es España. Farfullan que han ganado las elecciones del 21-D, pero ocultan que no tienen la mayoría de votos, aunque sí de escaños, por una ley injusta que han pactado con dos partidos españoles, PP y PSOE. Por fortuna, gracias a sus mentiras, Cataluña ha despertado a la democracia. Millones de catalanes, de españoles, han salido a la calle y han dicho aquí estamos y nadie nos va a echar. La Cataluña silenciada, secuestrada, se ha liberado para siempre de sus grilletes. Pero Inés Arrimadas no habló desde Cataluña para Cataluña, sino desde un lugar de España para toda España. A partir del discurso de Arrimadas, ningún partido político, ninguno, ni siquiera el de los nacionalistas, podrá hacer política sin decir España. Este discurso, pues, es la expresión, se dice pronto, de lo que intuyen, sienten y opinan de modo íntimo millones de seres humanos ante la mentira nacionalista. Declara Arrimadas, como todos los grandes políticos de cualquier época, lo que es. Da a la luz pública con expresiones precisas, netas y cotidianas el sentir confuso y equívoco de millones de seres humanos.

Cataluña ha salido, sí, del abismo golpista y separatista, porque la mentira, la ficción, el engaño nacionalista se han hecho insufribles. Las patrañas de unos individuos que han hecho de la ideología nacionalista, respetable en términos políticos, un modus vivendi están llegando a su fin. La mentira nacionalista ha conseguido despertar en toda España un sentimiento de patriotismo cívico, una emoción digna de ser justificada y racionalizada en nuestras instituciones. Y, en fin, la Unión Europea ha reconocido que es absolutamente lo contrario que la patraña nacionalista. El discurso de Arrimadas, vencedora en las elecciones del 21-D, ha retumbado en el primer pleno de la Cámara catalana, seis meses después de su disolución, con una sencilla expresión:"Dejen ya de mentir".

Y, sobre todo, "dejen ya de mentir" a sus seguidores. Eso es indigno, deshonesto e irreal. Sí, porque nadie, como la líder de Ciudadanos en este discurso, ha hecho una defensa de la pluralidad política, incluida la de quienes apoyan posiciones ideológicas independentistas, sostengo que esta intervención en el pleno del Parlament será histórica. Ya ha traspasado los umbrales de lo políticamente correcto, los límites de una plática parlamentaria meramente táctica o estratégica, para situarse en lo que es un discurso de una gran estadista, o sea, un discurso para todos los catalanes y españoles. Lean o escuchen, pues, despacio esta intervención y comprobarán que el fondo, la forma y el ímpetu o tymos que acompaña su decir son de una gran política. Estúdiese este alegato extraordinario a favor de la política nacional en los partidos, los sindicatos, las patronales y en el resto de instituciones dedicadas a la socialización política de los españoles. Lo demás vendrá por añadidura.

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