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Antonio Robles

¡Prensa española, manipuladora!

No sé si es peor su violencia o su ignorancia.

Es estremecedor ver a esa generación de adolescentes con sobredosis de TV3 canturrear ante cualquier micro o cámara: "¡Prensa española, manipuladora!". La cara desencajada, la ira en los ojos, esa sensación de estar en la verdad absoluta. Lo de menos es si la consigna ha sido diseñada, o si es más falsa que un telediario de TV3, lo impresionante es que la repiten todos a una al menor estímulo mediático extranjero con la misma secreción salivar de los perros de Pavlov ante el sonido asociado a la comida. Allí, en el fondo de la caverna, ya están incapacitados para ver otra realidad que no sea la suya.

Ni siquiera reconocen a sus hijos en las llamas de la ciudad. Uno de los suyos, Vicent Partal, director del digital independentista Vilaweb, les restriega la impostura por los morros:

Basta de mentiras: son nuestros muchachos, los hijos del 1-O, quieren ganar y merecen nuestro apoyo (…) sois vosotros quienes los llevasteis a todas las manifestaciones, cogidos de la mano, prometiéndoles un país nuevo donde se viviría con dignidad y que estaba a punto de llegar. Si les habéis comprado las camisetas y las banderas. Sí, la negra también. Si les enseñasteis vosotros mismos a gritar "¡1-O, ni olvido ni perdón!". Si os vieron gritar indignados el día del referéndum, encendidos de ira con la misma policía que ahora los apalea a ellos.

¿Cómo salir de esos barrotes de TV3 si viven encerrados en su propaganda? ¿Cómo ser ecuánimes si no distinguen La Sexta de Intereconomía, El País de La Razón, Onda Cero de esRadio? ¡Prensa española, manipuladora! Toda, al mismo nivel. Ni siquiera sospechan que la prensa, toda la prensa, es perspectiva, toda hija del punto de vista. Calibrar el punto de vista… esa es la cuestión. Solo los dogmáticos confunden su punto de vista con la neutralidad y la objetividad. Por eso son capaces de agredir a periodistas y dar lecciones de libertad de expresión a la vez.

Han perdido toda relación con la realidad. Los últimos acontecimientos propios del fanatismo revelan algo aún más terrible: las nuevas generaciones no sólo han sido fanatizadas, son ante todo ignorantes. Ignoran lo que es un Estado de Derecho, toman por democracia sus deseos y no saben discernir los límites de la libertad. No es sólo propaganda. De serlo, ya en sí sería terrible. Es aún peor, las nuevas generaciones viven en una historia paralela contada por sus profesores y carecen de los conocimientos básicos de cómo funciona una democracia. Dos ejemplos bastan para visualizarlo: una editorial de Carlos Alsina poniendo el alma en explicar a Gerad Piqué con argumentos elaborados lo que el futbolista reduce a la simpleza esa de "¿qué hay de malo en querer votar?". Una sociedad que se precie no debe renunciar nunca a hacer pedagogía, y más cuando los daños colaterales son visibles al venir de un engreído con dinero y fama y un entrenador ladino con ínfulas de Honorable. Muy recomendable el audio.

El otro ejemplo es un vídeo de dos minutos donde unos alumnos con pasamontañas quieren imponer a la rectora de la Rovira i Virgili de Tarragona el cierre total de la universidad por "huelga general". El rifirrafe entre los alumnos y la rectora tiene un final apoteósico a grito pelado de uno de los alumnos: "¡No se ampare en las leyes! ¡No sirven de nada!". Es el grito de un estudiante con una estelada cubriéndole la cara, ignorante de hacer de Millán Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca frente a Unamuno. Los aplausos y los gritos de la turba que le siguieron hacían las veces de los estudiantes brazo en alto del Paraninfo. No se lo tomen en serio, la comparación es ridícula, como la farsa diaria de sus mayores.

Si en un Estado de Derecho no nos amparamos en las leyes, ¿en qué deberíamos ampararnos? Estudiantes universitarios poseídos por la verdad del pueblo de una república inexistente. No sé si es peor su violencia o su ignorancia. O quizás ésta preceda a la otra. ¿Dónde ha quedado la Dinamarca del sur? Para meditar.

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