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Emilio Campmany

El plagio del doctor Sánchez

Plagiar para mentir no es hazaña desdeñable.

Plagiar para mentir no es hazaña desdeñable.
EFE

El debate fue un pestiño de órdago. Sin embargo, pasó a veces como cuando uno se duerme en una conferencia; que, si el que perora cambia de guión y se pasa inopinadamente de las obligaciones propter rem, por ejemplo, a la pularda al oporto, te despierta. El lapsus que empañó el discurso de Iglesias cuando quería hablar de las "manadas" apenas me hizo abrir un ojo y enseguida me volví a quedar sopa como un bendito. En cambio, el desgraciado de Pedro Sánchez me desveló del todo cuando creí oírle decir que se proponía introducir un "nuevo" delito en el Código Penal que tipificara la convocatoria de un referéndum ilegal. Lo había vuelto a hacer. Les pasa a los plagiarios lo que a los artesanos de la cestería, que quien hace uno hace ciento. Debe de ser que el doctor, como buen demócrata, plagia a diestro y siniestro y en este caso, para no ser acusado de sectario, ha plagiado a Aznar, que hizo esto que propone Sánchez en 2003 y que Zapatero derogó en 2005.

Sin embargo, Sánchez deslució el democrático gesto omitiendo citar al creador de la idea. Es cierto que un plagio con cita de autor no es un verdadero plagio, mucho menos para un profesional del copiado como Sánchez. Pero, en este caso en que la autoría original es tan obvia, habría sido un detalle elegante, que habría ayudado a relajar tensiones, que el plagiario reconociera el plagio y aludiera al copyright de Aznar. Lo sorprendente es que, estando allí quien en su día se presentó como heredero de aquél y pasa además por ser más aznarista que Ana Botella, el actual presidente del PP, no dijera nada. Algo le ha debido de pasar a Pablo Casado, que no rechistó mientras se perpetraba a su vista, ciencia y paciencia este democrático hurto del ideario de su mentor. Será que ahora reniega de su aznarismo y pretende en realidad ser el legatario de Rajoy.

El caso es que, por muy demócrata que sea el plagiario Sánchez, no se entiende que recurra a una idea de Aznar que fue tan criticada por el PSOE en su momento. Podía haber cogido la de dotar de independencia a la justicia. Se trata de un compromiso tantas veces incumplido que a nadie le extrañaría una más. Escogió en cambio el de tipificar como delito la convocatoria de referéndum ilegal. Hacer hoy semejante promesa sólo puede deberse a que en realidad no tiene intención de cumplirla. O peor, quizá sí quiera cumplirla, pero sabiendo muy bien que nadie será condenado por ese delito porque cuando el independentista de turno convoque su referéndum de independencia ya se habrá ocupado Sánchez de que pueda hacerlo legalmente. Plagiar para mentir no es hazaña desdeñable.

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