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EDITORIAL

Otro discurso ejemplar

Las palabras de Don Felipe constituyen una muy necesaria inyección de optimismo y confianza en unos momentos en que buena parte de la clase política invita a todo lo contrario. 

El mensaje de Navidad de Felipe VI era especialmente esperado este año, no solo por la gravedad de la situación provocada por el nacionalismo catalán, golpista y sedicioso, sino por la coincidencia del mismo con las negociaciones de Pedro Sánchez para que los capos del nacionalismo catalán, golpista y sedicioso, den el OK a su investidura como presidente del Gobierno.

El Rey dedicó la primera parte de su alocución a reconocer las dificultades que afronta la Nación, e incluso hizo mención expresa de lo que sucede en Cataluña como "seria preocupación que tenemos los españoles".

Pero, tras el reconocimiento de esos problemas de tanta envergadura, Felipe VI apeló una y otra vez a la Constitución y a la unidad de todos los españoles para resolverlos y consolidar los innegables avances conseguidos en el último medio siglo.

En efecto, Don Felipe abundó en los motivos que los españoles tenemos para el optimismo si nos mantenemos firmes en la defensa de los principios de solidaridad, igualdad y libertad consagrados en nuestra Constitución. Unos valores, precisó, que llevan "muchos años presentes entre nosotros y constituyen una seña de identidad de la España de nuestros días"; "pero no podemos darlos por supuestos ni tampoco olvidar su fragilidad", advirtió. Así que animó a la ciudadanía a "hacer todo lo posible para fortalecerlos y evitar que se deterioren".

Frente al indigno sectarismo de quienes predican el supremacismo, el separatismo, el cainismo y excitan las pasiones más bajas de un pueblo al que prefieren rebajar a la condición de populacho, el Rey hizo hincapié en lo que hizo posible la Transición; en "el deseo de concordia, que, gracias a la responsabilidad, a los afectos, a la generosidad, al diálogo y al respeto entre personas de ideologías muy diferentes, derribó muros de intolerancia, de rencor y de incomprensión que habían marcado muchos episodios de nuestra historia".

Don Felipe facturó un discurso muy en sazón, presidido por el optimismo. "Tenemos un gran potencial como país", afirmó; y alentó: "Pensemos en grande. Avancemos con ambición. Todos juntos. Sabemos hacerlo y conocemos el camino".

Felipe VI demostró una vez más saber estar a la altura de las circunstancias históricas que le han tocado vivir. El 3 de octubre de 2017, tan solo dos días después del referéndum golpista orquestado por el separatismo catalán, Don Felipe pronunció un discurso de importancia trascendental en defensa del orden constitucional y de la libertad de todos los españoles. Sus palabras de esta Nochebuena han vuelto a reforzar a la institución monárquica como símbolo de la unidad y permanencia de la Nación, y constituyen una muy necesaria inyección de optimismo y confianza en unos momentos en que buena parte de la clase política invita a todo lo contrario.

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