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Pablo Planas

Feliz Ramadán, Pedro Sánchez

Se puede decir ya sin temor a equivocarse que todos los Gobiernos presididos por José Luis Rodríguez Zapatero fueron mejores.

Se puede decir ya sin temor a equivocarse que todos los Gobiernos presididos por José Luis Rodríguez Zapatero fueron mejores.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EFE

A falta de pocos días para el primer aniversario de la constitución del Gobierno de coalición entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, se puede decir ya sin temor a equivocarse que todos los Gobiernos presididos por José Luis Rodríguez Zapatero fueron mejores. Ese desastre que ahora se dedica a ejercer de embajador del sátrapa Maduro y que no tuvo inconveniente en forjar una alianza de civilizaciones con el turco Erdogan fue menos pernicioso para España y los españoles que la pareja que a día de hoy rige los destinos de esta vieja y vapuleada nación.

El balance del primer año de la coalición social-comunista, preciso apodo que tanto enerva a la calamidad del barrio de Tetuán que ocupa la Moncloa, es simple y llanamente nefasto. En relación al número de habitantes, España es el país con más muertos por coronavirus y más contagios, el que más tarde adoptó medidas y en el que sus gobernantes más mintieron a una población desinformada y, por tanto, indefensa. Y ni siquiera ha dimitido Fernando Simón.

El Gobierno aguanta y aguanta bien porque goza del favor de una mayoría de los medios y de las grandes empresas, que están a la expectativa del reparto de los fondos europeos. La oposición también ayuda, toda vez que solo Vox con sus aciertos y errores cumple a tiempo completo con ese papel.

Se tiende a considerar, además, que el próximo año no puede ser tan malo como el que acaba, pero los datos no van por ese camino. Todas las proyecciones de los principales organismos económicos internacionales coinciden en que España es el país que más cae y que más tiempo tardará en recuperarse. Las perspectivas no pueden ser más sombrías ni la situación más desesperada para cientos de miles de familias. Y, a la espera de los fondos europeos, lo único que se sabe de ellos es que su reparto ya se lo ha reservado Pedro Sánchez. Una legión de comisionistas espera ávida el favor del césar. Una nueva generación de socialistas se va a hacer rica, muy rica.

Así es que mientras el país está noqueado y desencajado, Sánchez, en cambio, está como unas castañuelas y nos desea felices fiestas porque si dijera feliz Navidad se le caería al suelo ese pedazo de mandíbula de su pétreo rostro. Es un clásico del Adviento, la felicitación laica y balalaika del líder socialista, que es tan sensible al hecho religioso islámico como alérgico a la historia y tradiciones de sus compatriotas. Así es que mientras no tiene inconveniente alguno, más bien lo contrario, en desear a los musulmanes un feliz Ramadán, con la Navidad es que no puede, le supera. Es un detalle menor, cierto. Sólo la guinda de esa broma macabra que para un número cada vez mayor de españoles es Pedro el sepulturero.

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