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Miguel del Pino

Los mantras no apagan los incendios

"Con mucho menos hablar y mucho más trabajar se salvaría el país".

"Con mucho menos hablar y mucho más trabajar se salvaría el país".
Una persona ayuda a apagar el fuego de Folgoso do Courel (Lugo) | Carlos Castro / Europa Press

"Con mucho menos hablar y mucho más trabajar se salvaría el país"
El Barberillo de Lavapiés. (Barbieri y Larra)

Perdonen este inicio "zarzuelero" pero es que resulta complicado digerir la verborrea de tanto comentarista o "científico" supuestamente experto en "cambio climático" en la proliferación de tertulias televisivas que se alimentan del gigantesco drama que estamos viviendo en España: la mayor oleada de GIF (Grandes incendios forestales) desde que existen registros fidedignos.

Fue el presidente del Gobierno quien abrió la caja de los truenos con sus declaraciones a pie de tragedia: "El cambio climático mata". Quienes pretenden defenderle a él y a los miembros de su gabinete se apresuran a decir que la lucha contra los incendios está transferida a las comunidades autónomas y que el Gobierno es inocente.

Sin embargo, al señor Sánchez le faltó tiempo para precipitarse en un torrente de afirmaciones sobre la culpabilidad del "cambio climático", dio la cara y de ello se deduce el riesgo de que se la partan, científicamente hablando, por supuesto.

Hasta ahora quienes se mostraban categóricos sobre la realidad de la existencia del "cambio climático" se hacían llamar de manera genérica "científicos"; en estos momento se han unido a su música coral los "ecólogos".

Ante lo que estamos padeciendo hay que tener mucho valor para seguir afirmando que no se trata de una verdad científica, sino de una teoría basada en modelos de ordenador, no demostrada, y por tanto no cierta, lo digan los porcentajes que lo digan. Los que tenemos las ideas claras lo seguimos haciendo.

Pero vamos a olvidarnos por el momento de la veracidad o falsedad de la teoría; con la aplicación de mantras ideológicos no vamos a solucionar el gravísimo problema, lo haremos con leyes y fondos para su aplicación: con el heroísmo de quienes se juegan la vida contra el fuego ya contamos, y jamás agradeceremos bastante su esfuerzo.

La primera y urgentísima necesidad es contar con leyes de ámbito nacional para luchar contra los grandes problemas ambientales, con el de los incendios a la cabeza.

Desde luego las llamas de las gigantescos incendios forestales no conocen las fronteras entre comunidades y, como es natural, se las saltan; la coordinación estatal es imprescindible. ¿Pero no ven la unidad estructural de la geografía de nuestra piel de toro?, con Portugal hermanada, por supuesto.

Se queja, con razón, don José Bono se la incomprensión con que fue recibida por parte de muchos su iniciativa, cuando era ministro, de crear la Unidad Militar de Emergencia que tanto heroísmo y capacidad de trabajo está demostrando en estos momentos. Tiene razón el exministro manchego, aquella fue una iniciativa digna de reconocer y de continuar por la que debemos darle las gracias.

Los medios económicos para frenar los GIF deben también establecerse a nivel estatal y su aplicación debería ser inmediata. Nada más apagarse un gran incendio hay que iniciar la replantación para evitar el lavado o "lixiviación" del suelo; es muy duro pero hay que levantar la cabeza y ponerse a trabajar. Los únicos discursos admisibles son los de apoyo y pésame a los damnificados y a los familiares de las víctimas; a ser posible sin suficiencia ni prepotencia.

Abordemos un tema muy delicado, la tolerancia a la construcción de casitas o minúsculas aldeas en las proximidades de masas forestales de gran valor ecológico. Soy consciente de la belleza que puede tener la vida bucólica, pero no olvidemos que cuando se declara un incendio hay que acudir, en primer lugar, a la defensa de la vida y hacienda de las personas en riesgo, y la necesidad de desviar hacia los puntos habitados la parte principal de los recursos para apagar hace perder en ocasiones un tiempo precioso. Hay que tener el valor de establecer mapas de riesgo y declarar no habitables las zonas de especial peligro situadas junto a masas forestales. Por impopular que resulte.

Hablábamos recientemente de la necesidad de limpiar los restos y subproductos del bosque, como el ramaje seco acumulado. Algunos naturalistas temen que se produzca una fobia contra el sotobosque, que es complemento imprescindible de los árboles en los diferentes tipos de bosques ibéricos, por ejemplo el helecho en algunos pinares o las matas jaras y plantas aromáticas en otros ecosistemas forestales. Por supuesto, no se trata de dejar el suelo limpio de plantas, sino el bosque en un estado de funcionamiento perfecto, con integridad en sus componentes.

El tema es complejísimo y los políticos deberían dejar a los verdaderos expertos que se pongan en acción de inmediato. Además hacen falta buenos comunicadores que sepan de qué hablan; prepotentes legos en ecología sobran, especialmente en momentos tan dramáticos como estos.

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales

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