Según la izquierda, las mujeres son seres de luz que nunca mienten y jamás, jamás de los jamases, denunciarían por violencia de género. A pesar de que no tienen que demostrar nada para recibir toda una serie de ventajas sobre su pareja en los procesos de divorcio, esos incentivos nunca podrían provocar denuncias falsas, que como todos sabemos son sólo el 0,007% o así, que seguro que me dejo algún cero. Ventajas que han sido ampliadas durante la era Sánchez-Montero bajo la premisa de que Juana Rivas, María Sevilla y demás secuestradoras de menores son en realidad "madres protectoras".
Hace sólo una semana, un grupo de charos se quejaban en una tertulia de la televisión que nos obligan a pagar a todos de lo malo que era que las mujeres tuvieran que aportar pruebas para que pudieran condenar a los acusados por violencia de género. Insinuar que una denunciante pueda ser quien está mintiendo y que el hombre acusado es inocente es propio de ultraderecha, de fachas y machistas. La presunción de inocencia no debe existir: las mujeres son inocentes por el hecho de serlo y los hombres culpables por ser hombres.
Pero hete aquí que este viernes el diputado de Unidas Podemos Miguel Ángel Bustamante, hasta ahora asiduo defensor de las tesis del feminismo, ha sido denunciado por su mujer por pegarle un puñetazo en la cara. Bustamante, que tuvo sus diez segundos de fama cuando se negó a escuchar a Zelenski en el Congreso porque el imperialismo y el genocidio ruso es lo que le excita, ha pedido el cese cautelar de su militancia mientras se resuelve un asunto que, según él, es una denuncia instrumental que se ha dado en un proceso de divorcio para mejorar la situación de su futura exmujer en cuestiones como la custodia, la pensión alimenticia, el uso de la casa común, etcétera. Alega, en resumen, que ha sido viogenizado, que es como se conoce popularmente a la situación de indefensión en la que se encuentra todo hombre que recibe una denuncia de este tipo.
No es el primer concienciado feminista de izquierdas en verse en una de estas. Sin ir más lejos, uno de los arquitectos de la infame Ley de Violencia de Género, Juan Fernando López Aguilar, también dijo ser víctima de una denuncia falsa de su exmujer y recibió una exculpación en tiempo récord por parte del Supremo. También Fernando Valdés, magistrado del Tribunal Constitucional puesto por la cuota del PSOE, recibió un tratamiento similar, pero al ir por la vía ordinaria llevó dos años archivar su caso. Qué casualidad que el 0,007% siempre se cebe en hombres de mucho progreso.
No voy a prejuzgar qué hay de cierto en la denuncia contra Bustamante. Al contrario que la izquierda, no tengo información suficiente como para saber si esa acusación tiene algo de verdad o es un duro de cuatro pesetas, por más que la imagen de un comunista pegando a su mujer no me resulte demasiado difícil de imaginar. Pero dado que tenemos indicios de que aproximadamente la mitad de las denuncias son falsas, poco más podría decir a no ser que tirara una moneda al aire. Pero eso es porque soy liberal y respeto la presunción de inocencia, algo que Bustamante jamás ha hecho. Si resultara ser inocente, cabría la duda de si esta denuncia será para él una píldora roja que le lleve a repensar en qué ha estado creyendo estos años. Que sea consciente del daño que a nivel personal, laboral y familiar supone una denuncia de este tipo gracias al medio ambiente social y legal que personas como él han contribuido a crear. Que vea la injusticia que gracias a una reforma legal que él ha votado ya tendrá suspendidas las visitas y que la posibilidad de que tenga una relación normal con sus hijos ha desaparecido ya. Y eso que él al menos ha tenido la suerte de enterarse de la denuncia por la prensa, y no del modo habitual, que es durante el traslado al calabozo.
Pero lo dudo. Para empezar porque es comunista, de modo que su relación con la realidad es cuando menos complicada. Dado que su sueldo depende de que siga creyendo que no hay denuncias falsas y que las mujeres son todas seres de luz, internalizará que la suya es una rara excepción. El 0,007%. Pero todas las demás son denuncias de verdad y los hombres culpables. Y aunque su caso sea archivado, o llegue a un juicio donde sea declarado inocente, su exmujer no será condenada por denuncia falsa y no pasará a engrosar ese nimio porcentaje con el que lavan sus conciencias los sexistas que tienen el poder en España. Porque en buena medida es en eso en lo que se resume ser de izquierdas hoy: creer en una serie de disparates a pie juntillas para poder ser aceptado en la jauría de los buenos.