El sábado último salió publicada en La Vanguardia una columna de opinión de esas que conviene conservar bien guardadas en un cajón no sin antes haberlas leído al menos tres veces, a mayor abundamiento también entre líneas. Hablo pues de una pieza trascendente, si bien no por la tesis que expone, un pronóstico a cuenta del devenir inmediato de la querella catalana que no sólo carece de originalidad, sino que ya había sido enunciado de forma reiterada por muchos otros observadores con anterioridad, aunque ninguno de ellos catalán ni tampoco, huelga decirlo, catalanista.
Y es que la importancia de ese texto tiene mucho más que ver con la personalidad de su autor que con su contenido expreso. Yendo al grano, el escenario a muy corto plazo que el columnista ocasional contempla como el marco previsible que dotaría de contenido trascendente a una eventual reelección de Pedro Sánchez sería el que pasase por la convocatoria inmediata de un referéndum de autodeterminación nacional en Cataluña. Eso mismo ya lo han dicho y escrito, sí, terceros. Pero quien ahora remacha el clavo en el periódico de los Godó resulta que no es otro periodista o tertuliano más, sino que se trata de Juan José López Burniol.
López Burniol, notario con despacho en Barcelona que ejerce, entre otros, el cargo de vicepresidente de la fundación bancaria de "la Caixa", pero que al lector acaso le suene más por haber sido la persona que redactó de su puño y letra, al alimón con Enric Juliana, el famoso editorial conjunto de la prensa catalana, aquel folio a doble espacio cuyo objetivo inconfeso era presionar al Tribunal Constitucional ante la inminencia de su sentencia sobre el Estatut. No tratamos con un cualquiera, sino con un miembro destacado del establishment a las dos orillas del Ebro. Resumido, el editorial colectivo advertía —o también cabría entender que amenazaba de modo larvado— de una sublevación en el supuesto de una sentencia no satisfactoria. Nadie lo captó entonces, pero el notario Burniol estaba señalando en un almanaque la fecha del 1 de octubre con el dedo. Y ahora ha vuelto a estirar el dedo. Léanlo en Madrid. Tres veces. Y hagan como yo: guárdenlo también en un cajón.