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Jesús Fernández Úbeda

Feijóo confiesa que es igual que Sánchez en 2019

El líder del PP le tendió la mano al presidente del Gobierno. Un minuto de intervención más, y pide el voto para Page en Castilla-La Mancha.

El líder del PP le tendió la mano al presidente del Gobierno. Un minuto de intervención más, y pide el voto para Page en Castilla-La Mancha.
El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante el pleno del Senado, este miércoles en Madrid.

Desconozco si en el metro o en el autobús en el que "a veces" viaja la ministra de Justicia, Pilar Llop, se continúa hablando de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Sí sé que, desde el pasado jueves, a buena parte de la tropa patria, allende periodistas, políticos y derivados, se le ha encendido el piloto de alarma. El boxeador Jero García, que se define como "apolítico incorrecto", me dice: "Si nos vamos a la metáfora pugilística, veo que hay un boxeador que es un poco abusón –¿a quién se referirá?–. Está peleando en casa, sabe que tiene todos los ases en su mano y, desde la primera fila del ring, siento que nos están abordando. La democracia se basa en la separación de los tres poderes y, si yo echo de menos eso, echo de menos la democracia".

Se esperaba que este jueves, en el Senado, Alberto Núñez Feijóo rematara la primera vuelta de la liga parlamentaria machacando a Pedro Sánchez por, entre otros asuntos, el asalto tosco, pero implacable –lo peor está por llegar; inocente será el que apueste por lo contrario–, al poder judicial. Argumentos para la goleada los tenía como para montar un bufé en la Gran Vía y otro en su Orense natal. Me sopla el escritor Emilio Lara: "El energúmeno de Trump es una vestal de la democracia al lado de Sánchez y su macarrismo dictatorial". Sin embargo, el nuevo Clásico de la Cámara Alta ha acabado con un empate a uno en el que, para más inri, el líder de los populares se ha marcado un gol en propia puerta.

Porque resulta que Feijóo es, según él mismo ha declarado y reiterado, igual que Sánchez. Que el Sánchez de 2019, cabe aclarar. Como diría uno de sus predecesores, "abro comillash": "Usted prometió lo mismo en lo que yo creo: tipificar el referéndum ilegal, no indultar a los condenados del procès, no tocar el delito de malversación, que los jueces elijan a los jueces. Si usted quiere, nos volvemos a encontrar, porque estábamos de acuerdo antes de las elecciones". Cierro comillash. Acto seguido, le ofreció "la mano tendida" del "partido constitucionalista" y concluyó, no sé si inocente, pero con rotundidad –¿impostada? Discúlpenme: me siento como aquellos pokémon que, cuando estaban confusos, se hacían daño a sí mismos–, con un: "El señor Pedro Sánchez Pérez-Castejón de 2019 no votaría al señor Pedro Sánchez Pérez-Castejón de 2022". Un minuto de intervención más, y pide el voto para Page en Castilla-La Mancha.

Previamente, Feijóo reprochó al presidente del Ejecutivo que "va perfeccionando el manual de obediencia hacia el independentismo" y, tras criticar la Ley del Sólo Sí es Sí, dijo que el Gobierno tiene "tanta credibilidad como rigor en su técnica legislativa". Le preguntó si "va a seguir con el independentismo o se va a pasar al constitucionalismo", y Sánchez, aliviado tras comprobar que el Nilo no se tiñó de rojo ni que llovían sapos en el hemiciclo, con toda la jeta que le caracteriza, respondió: "Los poderes que le acompañan a usted y a su partido, poderes, por cierto, cada vez menos ocultos, han conseguido un hito muy importante y muy trascendente en la historia democrática del país: quitarle competencias a los parlamentos. Esta es la cuestión".

En la réplica, Feijóo actuó como el niño que ha sufrido bullying y que planta cara al matón sin creérselo: pidió a Sánchez que "deje de descalificar al Tribunal Constitucional", le afeó que "ha pisado este mes el acelerador de la degradación institucional" y le advirtió, uh, ah, el presidente temblaba de miedo, que "no se crea que todos los votantes del PSOE le van a seguir". Después, dijo eso de que es igual que el Sánchez de hace tres años.

El presunto autor de Manual de resistencia, por su parte, invocó entre risas a Casado –"Ha llegado más lejos que su antecesor. Será porque no quiere correr la misma suerte"–, habló de los apocalipsis económicos y políticos que profetiza el PP y se arrancó con "un chiste", el de "la fábula del tirano": "Soy un tirano y mi única obsesión es instaurar la república bolivariana en España". Más de uno pensará que un chiste es lo que cuenta el Comandante Lara y que esa frase, salida de la boca de Pedro el Guapo, acongoja. Por ser finos.

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