
A pesar de los pesares, que son varios, allí estaremos un grupo de familiares, amigos y compañeros el sábado 21 de enero a las doce de la mañana en la plaza de Cibeles de Madrid para expresar nuestro rechazo al camino emprendido por el PSOE desde 2004. Tras el mayor atentado terrorista de la historia de Europa, aún sin aclarar, que causó 192 muertos y más de 2000 heridos en vísperas de unas elecciones generales que fueron alteradas intencionadamente, la victoria del PSOE condujo a un pacto vergonzante con la ETA y los separatismos, al esbozo de una alianza con los comunistas de Podemos y otros grupos extremistas y al comienzo de unas políticas sectarias y radicales tendentes a sumar votos de minorías, fuesen las que fuesen.
La finalidad explícita de la nueva estrategia de la izquierda era acabar con el proyecto constitucional de la transición y dinamitar la nación española que había confluido en 1978 en un deseo compartido y votado de reconciliación nacional. Ese creemos que sigue siendo el anhelo mayoritario de la población española a la que están silenciando y maniatando las instituciones que deberían ser democráticas y abiertas pero que, de hecho, están en manos de las cúpulas de unos partidos políticos erigidos en poderes fácticos sin otra posibilidad de control que las elecciones periódicas.
Las razones inmediatas de esta concentración o manifestación del próximo sábado han sido expuestas muy sucintamente por Eric Gutiérrez en Sin Complejos, razones que glosamos brevemente aquí como recordatorio:
1. Las mentiras de Pedro Sánchez sobre el primer pacto con Podemos y su "himalaya" de mentiras siguientes.
2. El incumplimiento de la sentencia del 25% de la enseñanza en español en Cataluña.
3. Su rendición sin consulta ante Mohamed VI y los intereses de Marruecos en el Sahara.
4. Las faltas sucesivas de respeto de Sánchez al Rey Felipe VI.
5. La ley del "solo sí es sí" y las consecuencias de casi 200 agresores sexuales beneficiados.
6. La alianza con Bildu, la humillación a las víctimas y a la Guardia Civil y al Ejército, a los que quieren echar del País Vasco y Cataluña.
7. La derogación de la sedición y la rebaja penal de la malversación.
8. El intento de expulsión y linchamiento político de la Guardia Civil en Navarra.
9. La alianza sistemática con los separatistas y la insolidaridad presupuestaria nacional que de ella deriva.
10. Los decretos inconstitucionales de la pandemia y el fin de la más mínima independencia y neutralidad del Poder Judicial.
No están todas las que son pero son todas las que están. Sin embargo, nunca una manifestación, que es un derecho democrático y cívico, había padecido la desinformación, el desconcierto y la desmoralización que está sufriendo esta, lo que da una idea de la importancia que conceden a su éxito sus adversarios, explícitos y embozados.
Primero, la actitud del gobierno y su delegación de Madrid tratando de confundir a los convocantes y convocados cambiando de fecha y lugar la concentración según diferentes argucias fácilmente reconocibles. Ha habido un momento que parecía que no iba a poder celebrarse, algo vergonzoso y miserable.
Segundo, el desinterés de los partidos políticos que deberían coincidir en los fines con esta manifestación. Nadie ha oído a los líderes de los tres partidos de centro derecha explicar con claridad la convocatoria y su apoyo. Todos hemos sufrido la desmoralización de comprobar cómo estos partidos, ensimismados y deseosos de significación propia, están arruinando las opciones de una alternativa compartida de gobierno que arroje a la Historia al Calígula Sánchez y a sus pretorianos. En vez de ello, parecen querer reanimar a la izquierda socialcomunista y separatista, cuyo declive electoral era evidente hasta esta semana.
Tercero, los organizadores deben comprender que las concentraciones y marchas de Madrid son muy importantes por ser la capital de España. Pero el esfuerzo que la presencia física supone para los ciudadanos de las demás provincias requiere cuanto antes la elaboración de un modelo virtual claro, sencillo, sucinto y veraz que certifique el número real de participantes en la protesta. Son centenares de miles las personas que, aun queriendo, no van a poder asistir a este acto de dignidad democrática y nacional y cuya voluntad no podrá ser tenida en cuenta ni en las crónicas ni en las consecuencias. Es un error que espero que, en la próxima manifestación —que no tardará mucho en tener lugar porque la traición y la mentira de este gobierno a sus propios votantes y su obsesión por controlar la vida personal y moral de todos los españoles cada vez más empobrecidos está viajando a una velocidad insoportable—, se haya corregido definitivamente.
Cada vez está más claro que bien poco podemos esperar de unos partidos políticos dominados por cúpulas elitistas y maniatadas por intereses creados y componendas. Cada vez está más claro que es preciso que la sociedad civil española se vaya organizando en asociaciones cívicas potentes capaces de impedir que España deje de ser la nación que siempre ha sido y que la Constitución que la rige desde 1978 sea descafeinada hasta la muerte. Incluso, si es preciso, meditar sobre el impulso de las agrupaciones de electores, figura olvidada de nuestro ordenamiento electoral.
Por eso, en defensa propia, para resistir y para sobrevivir, allí estaremos este sábado, 21 de enero, a las doce de la mañana en la plaza de Cibeles.