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José García Domínguez

Papanatas digitales

Los nómadas digitales consumen ocio sofisticado, pero que no aportan ninguna transferencia de tecnología o conocimiento al lugar de acogida.

Los nómadas digitales consumen ocio sofisticado, pero que no aportan ninguna transferencia de tecnología o conocimiento al lugar de acogida.
El Ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, este lunes | EFE

Yo hice el BUP en una ciudad, Barcelona por más señas, donde 380.000 personas han tenido que cambiar de residencia, la gran mayoría de modo imperativo y no voluntario, durante los últimos cinco años. Pero es que en el ámbito de su región metropolitana, la Gran Barcelona, una trama urbana continua que integra un volumen de población muy superior al que acoge el municipio oficial, han sido cerca de un millón doscientas mil las personas que, solo durante estos últimos cinco años, han abandonado su antigua vivienda para trasladarse a residir en otra distinta. Se trata del 28,3% de todos los vecinos mayores de dieciséis años de edad que habitan en la demarcación.

Hoy, Barcelona es un gran camión de mudanzas que no para de dar vueltas de un lado a otro durante los 365 días del año. Y eso, se mire como se mire, no es normal; para nada es normal; ni normal ni deseable en una comunidad que se desee mínimamente estructurada. Por lo demás, las razones de ese trasiego incesante son muchas, aunque la económica, concretada en la dificultad cada vez más extrema que supone para los arrendatarios de viviendas el poder asumir unos alquileres que en promedio absorben más de la mitad de sus ingresos mensuales, resulta la determinante. Pero, según los papanatas digitales, gremio cuyo mayor referente encarna hoy el ministro Escrivá, Barcelona necesita acoger a montones de nómadas ídem procedentes del mundo entero. A ver si así conseguimos entre todos que los alquileres, en lugar de doblarse solo cada cinco años, se multipliquen por diez.

Cristina Losada y el ministro Escrivá debatieron de eso el otro día en el bar de Twitter. Y ella le vino a explicar lo obvio en 280 caracteres, a saber: que los nómadas, por definición, no son sedentarios. Volkswagen, a diferencia de esos hipsters con su ordenador y su patinete, no está de paso en Barcelona. Vino para quedarse y crear riqueza. Y no se marchará mañana a Málaga o a cualquier otro lugar de moda sin dejar nada de valor a su paso. Los nómadas digitales, como Losada —ella misma nómada durante media vida a lo largo del mundo entero— explicó con paciencia al ministro, son visitantes ocasionales que consumen ocio exótico y sofisticado, pero que no aportan ninguna transferencia de tecnología o conocimiento al lugar de acogida. Nada. Pero, en fin, cuando se sufre el síndrome de Pepe Isbert en Bienvenido Mister Marshall, la afección incurable de Escrivá, no hay nada que hacer.

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