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Javier Somalo

La Ofensa 2030

La agenda real consiste en colocarnos en fila para comer, dormir y reproducirnos como ellos digan y hasta el momento en que lo consideren oportuno.

La agenda real consiste en colocarnos en fila para comer, dormir y reproducirnos como ellos digan y hasta el momento en que lo consideren oportuno.
La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, durante su visita a la protectora animal ALBA en Camarma de Esteruelas, Madrid. | Europa Press

Lo llaman los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y forman la temida y colorida Agenda 2030. Les han salido 17 pero podrían haber sido más, menos y hasta otros:

Fin de la pobreza
Hambre cero
Salud y bienestar
Educación de calidad
Igualdad de género
Agua limpia y saneamiento
Energía asequible y no contaminante
Trabajo decente y crecimiento económico
Industria, innovación e infraestructura
Reducción de las desigualdades
Ciudades y comunidades sostenibles
Producción y consumo responsables
Acción por el clima
Vida submarina
Vida de ecosistemas terrestres
Paz, justicia e instituciones sólidas
Alianzas para alcanzar los objetivos

El caso era y es plantear quimeras, metas inalcanzables o absurdas para conciliar el sueño alterado quizá por otros pecados y, de paso, ir robando espacios a la libertad. Se suele debatir su consecución o fracaso viajando en avión privado, cobrando dietas y consumiendo mucho más allá de lo que ellos consideran "responsable". Eso ya lo sabemos desde tiempos de Al Gore, cabeza de puente mundial de la izquierda hipócrita sostenible y millonaria que nos asola.

El invento multicolor que decora solapas en forma de pin es de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que año tras año y década tras década tiene que explicar al mundo su utilidad después de la Segunda Guerra Mundial. La habrá tenido, seguro, en muchos casos concretos pero el mastodonte burocrático, el mayor conocido, atesora también infinitos episodios de corrupción y muchos miles de millones de despistes. Quizá con la mitad de ellos, podría mitigarse el hambre en algún sitio.

Confiesa la Asamblea General que los famosos ODS, los 17 deseos, "se elaboraron en más de dos años de consultas públicas, interacción con la sociedad civil y negociaciones entre los países". Me imagino la tensión entre los países a la hora de negociar el punto ese de la "vida submarina". ¿Será que China la negaba mientras manoseaba el virus en Wuhan? ¿Discutiría con Rusia, más empeñada en lo de las "ciudades y comunidades sostenibles" pensadas para Ucrania? ¡Dos años de negociación! Por cierto, China y Rusia, dos de los mayores peligros para la libertad, son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el que puede decidir militarmente y siempre jugando a los vetos. ¿Desarrollo? ¿Sostenible?

Ni a las mises de antaño las obligaban a ser tan pueriles marcando objetivos como estos ODS multicolor: ¿Vida submarina? ¿Y para eso hay que quemar Mercadona o prohibir a un banco que gane dinero? Seguramente habrá hasta vida abisal —cada vez hay más pruebas— aunque se les pierda la agendita, que ya ha sido bautizada en algunos foros de internet como "Afrenta 2030" y que, en todo caso es toda una ofensa a la libertad y al sentido común.

En España la afrenta o la ofensa la inauguró empotrada en un Ministerio el mismísimo Pablo Iglesias, el hombre del saco que iba a robar el sueño de todos los españoles, incluido el del presidente, el genio en la "reducción de las desigualdades" con sede en Galapagar, antes Vallecas. Colocó en la negociación con el PSOE a su pareja, porque fue así, y salió otro ministerio morado que hoy perpetra injusticias. Pero hasta de eso se cansó, de su trabajo, del "asalto a los cielos". Porque vago es un rato y ni siquiera el poder le animó a trabajar —en serio— un poco.

Tras cortarse la coleta le dio la alternativa, la cartera y la agenda-ofensa a Ione Belarra, el azote de los "capitalistas despiadados" a los que ahora llama "impúdicos" y que según su currículum oficial…

"…ha sido investigadora en formación en la Universidad Autónoma de Madrid, con un contrato predoctoral de FPI especializada en los temas de migraciones, derechos humanos, cooperación internacional, género y poder".

Pero no queda ahí su extensa experiencia para estar al frente de un Ministerio que quiere "intervenir" y "topar" por doquier. Hay más:

"Ha trabajado, participado y colaborado activamente en diversas organizaciones de la sociedad civil especializadas en la defensa de los derechos humanos, la cooperación internacional y las migraciones".

Y antes hasta fue secretaria de Estado de este mismo Ministerio, cuando el jefe era Pablo Iglesias. Ahora su secretaria de Estado es Lilith Verstrynge, que ya andaba por aquellos pasillos que tomó Podemos colocando a la tropa ante el escándalo de muchos funcionarios que llevan años trabajando allí bajo estricto escalafón y sin celebrar los cumples de la pandi.

Lilith tiene formación francesa de primera y posgrados rimbombantes. Veamos su currículum oficial:

"Licenciada en Estudios Europeos (Ciencias Políticas) por la Universidad Sorbonne Nouvelle-Paris 3 y en Historia por la Universidad Diderot-Paris 7. Cuenta, además, con un máster en Estudios Europeos (Relaciones Internacionales) por las Universidades Ludwig-Maximilians-Universität y Sorbonne Nouvelle-Paris 3".

Con tanto estudio dijo preferir Barcelona porque "es difícil encontrar en Madrid árboles, lugares de sombra, bancos…". Y rodeó la perfección universitaria al decir, leyendo, esta profunda frase:

"Yo creo que toda esta cultura del esfuerzo y la meritocracia es en realidad lo que genera esa fatiga estructural y toda esa epidemia de ansiedad".

Así le salió el "España-mañana-será-republicana". Sin duda, su fuente de agotamiento es Pablo Iglesias, fatigado estructuralmente por el esfuerzo. En cuanto a su experiencia laboral (sin pasarse, por favor), su historial dice así:

Ha desempeñado, entre otros, los siguientes puestos: asesora parlamentaria y equipo de discurso de la Vicepresidencia Segunda del Gobierno y Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 (2020-2021); asistente parlamentaria de Podemos en el Parlamento Europeo (2016-2019); y directora de la sección política de la revista Le Vent Se Lève (2019-2021).

Hasta su nombramiento como Secretaria de Estado para la Agenda 2030, en julio de 2022, desempeñaba el puesto de Secretaria de Organización Estatal de Podemos. Es autora de artículos y publicaciones sobre populismo, extrema derecha y política europea.

Vamos, que no ha hecho nada más que estar en Podemos y en el Ministerio de la Agenda… y "dirigiendo" una sección maoísta de la Sorbona en una revista juvenil. Pero ahí está, de viceministra de Belarra, la íntima de Montero, tratando de acabar con el mercado, el comercio, la empresa, el beneficio.

Ucrania, que siempre ha sufrido el totalitarismo, sabe cómo se muere de hambre por impedir la propiedad. Millones sin una sola ejecución. Kulaks… propietarios, decían. Lo cuenta Vasili Grossman en Todo fluye. Y no habla sin saber, que fue corresponsal de guerra empotrado en el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial. Lo cuenta también Timothy Snyder en las estremecedoras Tierras de Sangre, las que sufrían el paso y retirada de nazis y soviéticos, Polonia entre ellas y Ucrania, por supuesto. No lo han leído Ione, Lillith e Irene. O sí y tampoco les parece exagerado.

Pretenden erradicar el hambre pero no quieren el comercio, origen de la civilización, sino el abastecimiento programado, más conocido como racionamiento.

No saben lo que es y lo que supone un salario mínimo impuesto legalmente y piensan que al subirlo, suben todos los sueldos de forma lineal y de pronto se acaba el problema que existía por antojo del "mercado" o de los "despiadados" o de los kulaks. ¿Y qué tal esta subida, por ejemplo, en el seno de una familia que, con mucho esfuerzo, contrata a una persona para cuidar abuelos dependientes? Eso importa menos, no merece excepción… y por eso desincentiva la contratación y anima —porque la necesidad no desaparece ni en el Mundo Feliz de Sánchez— a practicar economía sumergida para sobrevivir. Bravo.

Sostienen que Salud y Educación o son públicas o no hay salud ni educación. Pero acosan a Amancio Ortega por donar equipos contra el cáncer y eligen parir en hospitales privados o públicos de gestión privada sin (querer) saberlo. Otros dicen tener la suerte de acudir a la sanidad privada pero lamentan que los pobres no puedan. "Barbarie en la sanidad madrileña", leyó Pedro Almodóvar, el de la banca selecta, poco antes de que se desatara la fiestecita Feroz en la que los abusadores se lo pasan divino aunque gobierne la izquierda, qué cosas. En 2004 ya denunció ante periodistas extranjeros que el gobierno de Aznar estaba aprovechando los atentados del 11-M para dar un golpe de Estado. Con el tiempo… igual se equivocó sólo de partido. Pero siempre que la eterna víctima millonaria promociona peli, suelta alguna lagrimita de gel envuelta en un supuesto escándalo que sólo habita en su cabeza, mezclada con algún guion ya decadente.

Critican a los bancos, que son criticables y a veces casi igual de hipócritas, pero tienen cuentas de banca privada para sus beneficios, que se lo han ganado, como dijo un día Ana Belén indignada. Desconocen por completo los flujos de creación de capital que ellos mismos alimentan y disfrutan. Critican el capitalismo (libre comercio) desde su millonarismo (tienen mucho dinero).

Quieren hasta "topar el Euríbor", que es un índice, como ha adelantado la también ministra del Desastre igualitario Irene Montero. En breve plantearán intervenir las temperaturas para evitar la desigualdad térmica. Les gusta eso de topar. A ver si se topan ya de bruces contra el suelo del fracaso porque lo que es con la realidad no hay manera, la traspasan, desafiando cualquier ley de la Física.

Y de cachorros estudian en liceos pero berrean contra la excelencia y el esfuerzo que generan la sana competencia. Llegan a la protesta con todos los gastos pagados y acaban en Ministerios con nuestro dinero sin saber ni respetar en absoluto lo público.

La agenda real consiste, en suma, en colocarnos en fila para comer, dormir y reproducirnos como ellos digan y hasta el momento en que lo consideren oportuno. Si siguen con tanto poder —aunque no gobiernen—, ni agenda ni afrenta ni ofensa. Es que no llegamos a 2030.

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