La indeterminación democrática es el fundamento clave de cualquier análisis político que tenga respeto por lo real, o sea, por los estudios de intención de voto, la crítica de las élites políticas, las investigaciones sobre los cambios en la "opinión pública" respecto a las actuaciones del gobierno, y así podríamos seguir citando otros tantos parámetros sociales e intelectuales que convierten la predicción "política" en una de las artes más complejas y sutiles de las sociedades abiertas. Nunca es sencilla una respuesta a la pregunta: ¿cuáles serán los resultados de las próximas elecciones? Sin embargo, en España pocos estudiosos de nuestra débil democracia se privan de darnos con todo lujo de detalles qué pasará en los próximos comicios locales, autonómicos y nacionales. Salvo los periodistas fanáticos al servicio del poder gubernamental y el señor que preside el CIS, la mayoría de los comentaristas políticos, genuinos estetas del "arte" de la propaganda gubernamental, han dictado ya sentencia: PP y VOX saldrán vencedores.
Sí, el año electoral 2023, que se presentaba hace pocos meses obscuro, reñido y disputado, de repente, se ha vuelto claro para quienes lo estudian: PSOE y sus socios de coalición caerán en todas partes. Más aún, el PSOE, que siempre aspiró a ser antes partido de poder que de gobierno, podría perder para siempre la base electoral que lo ha mantenido, desde 1982 hasta hoy, en los principales centros de decisión de España. Las próximas elecciones podrían incluso servir para acabar definitivamente con la pulsión totalitaria del PSOE, según opinan reputados investigadores de la política democrática en nuestro país. El desastre electoral del PSOE sería de escándalo, sobre todo si se tiene en cuenta que está en el poder…
Sin ánimo de vender la piel del oso antes de cazarlo, entre otras razones porque me tomo muy en serio la ley de la indeterminación democrática, cabría preguntarse: ¿cuáles han sido los errores principales cometidos por el PSOE en los últimos cuatro años que podrían conducir a este partido a la oposición y, seguramente, a la marginación durante muchos años? Ciento y ciento de horrores podrían atribuirse a este gobierno, empezando por la falta de legitimidad de su presidente, que conformó una coalición gubernamental faltando a su palabra ("nada con Podemos"), pero, seguramente, hay un denominador común en todos ellos que ha sido, finalmente, visualizado y meditado por la mayoría de los españoles: Sánchez ha reducido la política a mera propaganda. Mentiras sobre mentiras. El discurso y la acción políticas de Sánchez han sido percibidas, definitivamente, como un engaño.
Obvio es el último y clave detonante para que la mayoría de los votantes acuse a Sánchez de mentiroso. Está al alcance de cualquiera con un poco de sentido común. Se trata de la brutal ley del "sí es sí". Merced a los falsos procedimientos de elaboración de esa ley y, sobre todo, los terribles efectos que están teniendo en la rebaja de penas y excarcelaciones de los delincuentes sexuales, se ha creado una conciencia colectiva entre los españoles que podría llevarse por delante al gobierno entero y, por supuesto, al imaginario político sobre el que está montado el PSOE. Sánchez, sí, se irá quedando quizá más aislado a medida que avance la campaña electoral. De momento, empieza a pagar los errores de su propia política de coalición electoral: Podemos, Bildu y ERC ya han conseguido retrasar la discusión para la tramitación de la rectificación de esa ley a las vísperas del Día de la Mujer, el día de las manifestaciones del 8-M, el día de la gran batalla entre los dos bandos feministas. En fin, sin echar las campanas al vuelo, corren malos tiempos para quienes hicieron de la mentira seña de identidad de su gobierno.