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Pablo Planas

Los loquitos de Cataluña

No sólo hay gente que se levanta cada mañana pensando en cómo joder a Cataluña en España. Resulta que en Jerusalén y Tel Aviv pasa lo mismo.

No sólo hay gente que se levanta cada mañana pensando en cómo joder a Cataluña en España. Resulta que en Jerusalén y Tel Aviv pasa lo mismo.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau | Cordon Press

Los independentistas no tienen remedio. Siempre están llorando por las esquinas. España nos roba, España nos pega, España nos espía, España se nos infiltra, España viola a nuestras 'pubilles' y vuelta a empezar. Siempre la misma mandanga. Disfrutan con ello. Están firmemente convencidos de que todos los días y a todas horas hay gente en toda España cuyo único propósito en la vida es fastidiar a los catalanes, maquinar operaciones contra Cataluña, indagar en sus ombligos y arbitrar disposiciones, reglamentos y sentencias contra esos seres de luz que dicen formar parte de una nación (sic) oprimida y perseguida (más sic). Hablamos, según los medios catalanistas, de un ejército de funcionarios, recaudadores, policías, militares, jueces y fiscales más casi todos los políticos dedicados en cuerpo y alma a chinchar por cualquier medio posible a los catalanes y las catalanas.

Veníamos del caso Pegasus, también promocionado como "Catalangate", un presunto operativo de espionaje de los maquiavélicos agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) por el que diez o doce teléfonos móviles de independentistas habrían sido pirateados por los servicios secretos. Uy, qué espanto. Téngase en cuenta que ellos pueden asaltar el Aeropuerto de Barcelona o cortar la frontera con Francia, pero los demás no deben hacer nada por impedirlo. Para que dejaran de llorar, su sanchidad les ofreció la cabeza de la jefa del CNI, Paz Esteban. Cierto es que gracias al genio de Bolaños se supo que quien espiaba de lo lindo los móviles del Gobierno era el amigo Mohamed.

Después vino el gran "hit" del policía infiltrado, que no eran ni uno ni dos, sino tres, los hermanos Hernández Pons. A saber: Marc Hernández Pons, Daniel Hernández Pons y Ramón Martínez Hernández. Ojo con estos, que hablan catalán y se habrían hecho pasar por miembros de los Comités de Defensa de la República (CDR) para infiltrarse en los CDR, los okupas y en los gimnasios colectivizados. El que más se infiltró fue el segundo, Daniel, alias Rabocop, el tipo de tío que crees que no existe, amable, super atento, dotado y atlético. Cinco exparejas de los "movimientos sociales" del barrio de Sant Andreu de Barcelona le han denunciado por abusos sexuales a posteriori. Hasta Rufián habló de eso en el Congreso.

Y ahora se nos viene el supuesto ataque informático del presunto empresario israelí publicado en el pretendido El País que consiste en que un hipotético grupo de periodistas internacionales contactó con uno que dice que logró a base de infundios ("fake news") que Trump ganara las elecciones, derribar veinte dictaduras africanas o más y, ojo al dato, tumbar el sistema informático de la Generalidad de Cataluña antes, durante y por qué no después de la primera consulta separatista, el 9 de noviembre de 2014, ensayo general de lo que sería el 1-O de 2017. ¿Cómo se quedan?

El citado diario reconoce que no sabe si la noticia es cierta, si el empresario es empresario y dice la verdad o se marca un farol, ni quién le habría contratado para cargarse el "internet catalán", pero eso no es impedimento alguno para el independentismo político, mediático y popular. TV3 abre sus informativos con la historia, así como la radio del conde de Godó y demás medios de la causa. Y es que la cuestión cubre todo el espectro. Catalanistas llorando y España mala. El ataque contra los servidores de la Generalidad colapsó el sistema de recetas médicas y hubo que aplazar operaciones a vida o muerte. ¿Quién sabe si no hubo muertos? Nada se supo o se dijo en su momento. Pero ahora todo cuadra. Ex altos cargos de la Generalidad han corrido a corroborar la "noticia". Se han acordado de repente. Hasta Mas ha tenido el cuajo de salir de su cueva a pedir explicaciones al Gobierno. ¿En serio, Arturu?

Mayúsculo escándalo. Un ataque informático. Miedito. Urge una comisión en el Parlamento europeo. Y en el Congreso, qué narices. Más una denuncia de los abogados de la Generalidad en el juzgado de guardia más cercano. Y para qué más, un judío en el centro de la última trama (conocida) contra Cataluña. Así que no es de extrañar que Colau haya roto relaciones con Israel. Porque no sólo hay gente que se levanta cada mañana pensando en cómo joder a Cataluña en España. Resulta que en Jerusalén y Tel Aviv pasa lo mismo. A dónde iremos a parar se preguntan los suscriptores de La Vanguardia.

Pero que sepan en el resto de España que los loquitos en Cataluña no son quienes compran y se creen semejantes bacaladas, sino quienes se ríen, por no llorar, ante tales patrañas. Por no hablar de los árbitros y del Farsa.

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