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Esa suprema torpeza de Vox

Ni la izquierda está desahuciada ni la derecha va a imponerse por goleada en noviembre incluso antes de bajar del autocar.

Ni la izquierda está desahuciada ni la derecha va a imponerse por goleada en noviembre incluso antes de bajar del autocar.
Ramón Tamames y Santiago Abascal en la sede de Vox. | Vox

La primera regla de la propaganda es que los que la fabrican jamás deben caer en la tentación de creérsela. Una norma profesional que el núcleo dirigente de Vox da la sensación de haber olvidado. No se entiende de otro modo una torpeza táctica y estratégica tan evidente como esa muy folklórica moción de censura que solo va a servir para que una antigua vedette de la política entendida como gesticulación teatral en los platós consiga al final de su vida los quince minutos de gloria televisiva que Andy Warhol prometió a todos los narcisistas patológicos de la Tierra. Porque a don Ramón, y desde siempre, le gustan más los micrófonos y las cámaras que a un tonto una tiza.

Y es que en la política, como en el amor, vale todo, cierto. Vale, por ejemplo, la narrativa apocalíptica, pero siempre que su uso y abuso no devenga contraproducente para los intereses colectivos que se dicen defender. Y ocurre que el previsible relato apocalíptico que está llamado a constituir el hilo argumental del discurso del "candidato" ante el Pleno, ese gran instante estelar de don Ramón, no sólo no aportará nada en términos de rentabilidad electoral a la derecha en su conjunto, sino que, bien al contrario, resultará en extremo contraproducente. Y ello por una razón obvia, a saber: porque simplemente no se compadece con la lógica electoral que la izquierda ya esté hundida sin remedio y que la derecha vaya a arrasar, también sin remedio, en las elecciones generales de dentro de unos meses.

No se olvide que la segunda regla de la propaganda ordena no confundir jamás los deseos con la realidad. Porque ni la izquierda está desahuciada ni la derecha va a imponerse por goleada en noviembre incluso antes de bajar del autocar. Por el contrario, el resultado final, como ocurre en todos los países de Europa y en Estados Unidos, será ajustadísimo. Así las cosas, la derecha solo llegará a la Moncloa si logra atraer a todos los que aman a Vox, pero también a muchos que detestan a Vox. Ese 5% de antiguos votantes del PSOE que podrían pasarse al PP constituirán la clave. Y ese 5% no quiere saber nada de Vox. De ahí que el eventual éxito de don Ramón al presentar la situación en términos en extremo maniqueos, como una lucha agónica y terminal entre España y la anti-España, solo será útil al final para espantar a los socialdemócratas tibios y disidentes en potencia que ahora dudan. Qué inmenso error.

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