La expresión "pertinaz sequía" se repitió mucho en los discursos de Franco a lo largo de los años cuarenta del pasado siglo. Tenía razón el hombre. No se recordaba un periodo tan largo de escasez de lluvias. No era un anticipo de la tontería del "cambio climático", pues durante los años cincuenta y sesenta llovió con cierta asiduidad. Está claro que el fenómeno es cíclico, no lineal ni determinista. Ahora, hemos entrado en una nueva fase de sequía, más grave, aún, ya que el consumo de agua se ha multiplicado en todo tipo de actividades.
En la España peninsular, la seca es compatible con ocasionales desbordamientos e inundaciones. Es decir, padecemos un régimen hídrico irregular, que resulta concomitante, en otro plano, con los vaivenes políticos de la España contemporánea. Ya, es desgracia.
Ante la escasez de agua, la solución más factible es el diseño de una red de trasvases entre todas las cuencas peninsulares. El trazado básico sería del Norte (España húmeda) al Sur (España seca). Empezó a diseñarse durante la II República por el eminente ingeniero Lorenzo Pardo. Lo realizó con detalle para llevar el agua sobrante desde el Pirineo hasta la cabecera del Tajo y, de ahí, hasta el Segura. En la época de Franco se acometió el trasvase Tajo-Segura, que fue un alivio para los regadíos de Valencia y Murcia. Empero, se quedó corto, al no disponer del generoso caudal que podría haberse traído desde el Pirineo. Pues bien, ha llegado la hora de completar el plan de Lorenzo Pardo y ampliarlo a todas las cuencas peninsulares.
La malla nacional de trasvases de cuencas podría parecer una fantasía arbitrista. Sin embargo, la tecnología actual permite horadar largos túneles para conducir el agua con toda facilidad. Añádase el sistema de bombeo para lograr una mayor eficiencia en la producción de energía hidroeléctrica, la, verdaderamente, "renovable".
Lo peor ha sido que la escasez hídrica se ha pretendido dominar con instalaciones desaladoras. Ha sido un caso paradigmático de incompetencia técnica, unida a la corrupción política.
Puede que estemos ante una manifestación de esa patraña de la "memoria histórica" (o "democrática", que es peor), por la que hay que borrar todo lo que se hizo en la época del franquismo. Al Caudillo le dio por construir "pantanos"; pues nada, a demolerlos. En efecto, no, solo, no se levantan nuevos embalses, sino que el Gobierno actual está procediendo a destruir presas. En los últimos años, ya, se han demolido más de un centenar de ellas. El proceso se ha hecho a la chita callando. Es coherente con el propósito de destruir la nación española en todos sus aspectos.
Una consideración muy negativa de este problema de la sequía es que a la "gente" (antes era el "pueblo") le da igual lo de construir nuevos embalses. Es algo que se toma a chacota con la vieja gracieta de "dejar a España empantanada". La cuchufleta se difundió para ridiculizar la política hidráulica del franquismo. El aire de comedia en que para todo esto no quita para que advirtamos la tragedia que se nos viene encima si persiste la actual tendencia de altas temperaturas y escasez de lluvias.

