A veces el ruido y el barro de una campaña electoral hace imposible ver lo que a simple vista es evidente. Como La carta robada de Edgar Allan Poe, que el detective Auguste Dupin encuentra poniéndose en el lugar del ladrón.
Dejemos pues hablar al ladrón: "No hay Gobierno de progreso en el Estado español si los que nos queremos marchar del Estado español, y además somos de izquierdas, no sostenemos esa oportunidad. Esa es la gran paradoja. Sin vascos independentistas de izquierdas y catalanes independentistas de izquierdas no hay gobierno PSOE/Podemos en el Estado".
Tan cierto es el recochineo de Arnaldo Otegui como su imposibilidad de llegar a lendakari del gobierno vasco sin los votos de los socialistas vascos (PSPV), o ERC retener la Generalidad de Cataluña sin los votos del socialismo catalán (PSC). O sea, un sindicato de intereses entre Pedro Sánchez (PSOE) e independentistas vascos y catalanes. Con desigual coste. Mientras ERC logró desmantelar las empalizadas más firmes del espíritu de la Transición (indultos, sedición, malversación, Ley de Educación, exclusión lingüística…) y Bildu su blanqueamiento (presos, memoria democrática, expulsión de la GC de Navarra…), Pedro Sánchez ha debilitado la soberanía nacional y convertido a España en desguace, en una nación manoseada por caciques cantonales. Es la consecuencia de un sanchismo insaciable de poder, que para asegurar la mayoría electoral perdida se ha echado en manos de todos los enemigos de España y de la libertad. Sin escrúpulo alguno.
A la luz de estas evidencias podemos entender mucho mejor por qué Bildu introdujo 44 exetarras en las listas electorales. Y por qué, tras la provocación y el escándalo, concede la gracia de retirar a los siete exetarras con delitos de sangre. Hay dos explicaciones. La más cándida es que el pueblo vasco ya no prima, sino castiga electoralmente el pasado etarra. Sin descartar que pudiera ser una concesión a los sectores de la izquierda vasca más refractarios a ese pasado matón inserto en el conglomerado de Bildu. Sin embargo, la causa más previsible es que haya sido una estrategia más de Bildu, consciente y tan perversa como la preparación minuciosa de los atentados pasados de ETA, esta vez, para alcanzar la hegemonía moral y política del nacionalismo vasco.
Tanta comprensión con el dolor de las víctimas del comunicado de Otegui tras la renuncia de los siete exetarras es un acto táctico dentro de una estrategia general de blanqueamiento y presencia mediática, que las almas cándidas abrazan para justificar sus propias complicidades ideológicas, y que el alma podrida de Pedro Sánchez aprovecha como agua de mayo para argumentar sus pactos con Bildu. Como en el chiste del dentista, ¿no nos vamos a hacer daño, verdad doctor..? Sin descartar que ante las consecuencias indeseadas en el electorado de Pedro Sánchez (PSOE), hayan pactado la cancelación sin luz ni taquígrafos para no debilitar al socio español, sin el cual no podrían chantajear al Estado y avanzar en su hoja de ruta hacia la independencia.
Pero lo cierto es que no hay rectificación creíble sin un reconocimiento público de los crímenes, una petición de perdón a las víctimas, un rechazo explícito del pasado etarra y la renuncia, sobre todo la renuncia, a que ese mundo etarra y sus autores obtengan cualquier rédito o beneficio político por sus fechorías pasadas. Y es evidente que ir en una lista electoral, con o sin delitos de sangre, tiene ya un rédito por lo que fueron, o por lo que mataron. Un pederasta puede pedir perdón y rehabilitarse, pero nadie entendería que volviera a un entorno laboral donde dependieran de él niños pequeños. Como nadie entendería que un partido político incluyera en sus listas a un corrupto o a un asesino. Les recuerdo que aún quedan 376 crímenes de ETA sin resolver, y que el PSOE recientemente se opuso en el Parlamento Europeo a la propuesta de que tales delitos fueran declarados crímenes de "lesa humanidad" (estos nunca quedan prescritos). ¿Por qué será?
Esta tríada de poder por intereses mutuos para asegurarse mayorías en España (Sánchez), en Cataluña (ERC) y en el País Vasco (Bildu) la sufrirán como nadie las derechas catalana y vasca. Justicia poética. Cuando ningún partido del entramado Sánchez había dicho ni mu por la inclusión de candidatos de Bildu en las listas electorales con delitos de sangre, salió el lendakari Urkullu del PNV (la burguesía vasca) para decir alto y claro lo evidente: "Tienen derecho, pero no hay derecho". Su indignación social parece directamente proporcional al temor del PNV a perder ante Bildu el gobierno vasco con la ayuda del PSPV. Un PNV que durante décadas vivió de las nueces, puede que pronto lamente la tibieza pasada con ese mundo nacionalista violento. Justicia poética. En Cataluña ya han empezado a padecerla. Esta vez no tendrán a Franco para rescatarlos de su populismo comunista. Lo dicho, justicia poética.
P.D. Más allá de este mundo de trileros, hay organizaciones sociales en Cataluña que acaban de sacar un manifiesto dirigido a todas las fuerzas políticas para que se pronuncien inequívocamente ante las próximas elecciones sobre el acatamiento a la Constitución, la lealtad institucional y respeto a los derechos lingüísticos de todos los ciudadanos. Lo ha promovido Impulso Ciudadano y lo avalan y firman, también, Cataluña Suma por España, Asociación por la Tolerancia, Empresaris de Catalunya y Movimiento Cívico Espanya i Catalans.