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Los pactos con Vox fortalecen a Feijóo

El desbloqueo de la investidura de la popular María Guardiola en Extremadura debería servir para que el PP supere su estolidez estratégica actual.

En contra de lo que suponían las élites del PP y algunos de sus candidatos territoriales como la inefable María Guardiola en Extremadura, los acuerdos entre los dos partidos del centro-derecha para forjar gobiernos de coalición allí donde resulta necesario se han traducido en un avance sustancial en la intención de voto para las elecciones generales.

La realidad, una vez más, se impone a las neurosis de los dirigentes populares, más preocupados por hacerse simpáticos a la izquierda obedeciendo sus consignas que por responder al interés de sus votantes, que no entienden que su partido se arriesgue a que la izquierda siga gobernando un territorio pudiendo ser desbancada con facilidad. El caso de Extremadura, en efecto, ha sido paradigmático. Una vez logrado el pacto de legislatura, con la entrada de Vox en el Gobierno de la Junta, cabe preguntarse para qué organizó la candidata popular el circo mediático en el que se embarcó durante toda una semana, con el único objetivo de mostrar su desprecio a un partido sin cuyo apoyo jamás hubiera sido presidenta.

Si el acuerdo entre los dos partidos de la derecha española ha sido posible incluso en Extremadura, donde la terquedad ridícula de una candidata lamentable estuvo a punto de hacer que el PSOE siguiera empobreciendo esa región cuatro años más, es absurdo pensar que un pacto de similares características no pueda tener lugar en Aragón y en Murcia, las últimas comunidades autónomas que restan por constituir sus nuevos gobiernos tras el 28-M.

En ambos territorios, el PP necesita el apoyo de Vox para poder gobernar. Éste es el hecho fundamental y no los razonamientos circulares de Azcón y López Miras, que absurdamente siguen defendiendo su presunto derecho a gobernar Aragón y Murcia en solitario, como si hubieran vencido por mayoría absoluta. No siendo esta la situación, resulta de una puerilidad agotadora ver a los candidatos populares dilatando las negociaciones con el único partido que puede darles el Gobierno y con el que, por cierto, ninguno de ellos se ha sentado a negociar oficialmente un mes después de celebrarse las elecciones.

El desbloqueo de la investidura de la popular María Guardiola en Extremadura debería servir para que el PP supere su estolidez estratégica actual, claramente impuesta por Génova, y llegue a un entendimiento con Vox en términos razonables que satisfaga a ambas partes y respete lo que reclaman sus votantes.

Lejos de castigar las expectativas de una futura victoria de Núñez Feijóo como amenazan las izquierdas y sus medios afines, los pactos del PP con Vox están allanando su camino a La Moncloa. Así lo reflejan las principales encuestas, las cuales muestran claramente que el entendimiento entre los dos partidos de la derecha española fortalece las posibilidades de que el PP obtenga una amplia victoria el próximo 23 de julio.

Siendo esto así, Génova debería autorizar de inmediato a Azcón y a López Miras a que aterricen en la realidad y obren en consecuencia, lo que desbloquearía la parálisis política en ambas regiones y, de paso, pondría fin a este bochorno nacional.

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