En una reciente entrevista con Lucas Sáez Bravo en ‘El Mundo’, Santi Aldama, ala-pívot de los Memphis Grizzlies, expresaba su sensación de que buena parte de los aficionados españoles le estaban descubriendo durante la Copa del Mundo. Y no le faltaba razón al canario, cuyo camino hacia la elite (sin pasar por ninguna cantera ACB y luego enrolado en una pequeña universidad estadounidense) ha sido el más particular de todos los convocados por Scariolo en esta cita.
Pero me da que Aldama no es el único español que está pasando por esa situación. Al frente de la selección es Canadá, verdugo de España, brillante semifinalista y que volverá a disputar unos Juegos Olímpicos 24 años después tras sellar su billete para París precisamente con la victoria ante los de Scariolo, se encuentra un badalonés de 40 años de nombre Jordi Fernández que es posible que resulte desconocido para no pocos de los que lean esta columna pero que pasa ya, como suena, por ser uno de los grandes entrenadores españoles de la historia.
Su historia es curiosa: tras alguna experiencia previa en Noruega y Holanda, pasó algún verano también entrenando en la Universidad de Oklahoma, hasta que en 2006 volvió a cruzar el charco para trabajar, en lo que hoy es algo relativamente habitual para no pocos compatriotas entrenadores pero en lo que entonces era una rara avis. Se marchó a Las Vegas un verano, a través de una empresa, para cooperar en el desarrollo individual de jugadores. Acabó repitiendo experiencia dos años más y colaborando con estrellas NBA del calado de Kevin Garnett y Chauncey Billups. Fue entonces cuando su forma de hacer las cosas llamó la atención de Mike Brown, entonces entrenador de los Cleveland Cavaliers y que, desde 2009, le integró definitivamente en la estructura técnica de la franquicia de Ohio, por aquel entonces ya en su primera etapa dorada por la presencia de LeBron James en el equipo.
En Cleveland fue poco a poco ascendiendo peldaños y viviendo experiencias únicas: desde entrenar con Kyrie Irving en la prueba que la franquicia le hizo antes de elegirle como número 1 del draft de 2011, hasta pasar un verano entrenando a Anderson Varejao en Brasil o, por supuesto, a hacerse cargo del equipo de la ‘Summer League’ de Las Vegas o de Canton Charge, el vinculado de la ‘G-League’, la liga de desarrollo de la competición estadounidense.
Pero en 2016 el catalán cambió de rumbo y se marchó a su siguiente parada: Denver Nuggets, donde el técnico Mike Malone, que pasó por Cleveland en los primeros años de Fernández, le ofreció un puesto de mayor responsabilidad en su cuerpo técnico. Allí estuvo seis temporadas más el técnico español (que formó parte del cuerpo técnico de Sergio Scariolo en el Eurobasket de 2017, y en el de Nigeria en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021), ayudando a construir que una franquicia históricamente perdedora acabara logrando, a lomos de Nikola Jokic y Jamal Murray y precisamente en este 2023, el primer anillo de campeón de su historia. Sin embargo, justo el verano pasado, este cotizado técnico en Estados Unidos que aún pasea por España sin ser demasiado reconocido, había dejado Las Rocosas para reencontrarse con Mike Brown con un reto mayúsculo por delante.
Porque Jordi Fernández renunció a una franquicia ya con cultura ganadora para reflotar a una de las más marcadas como perdedoras de casi todo el deporte mundial. Se marchó junto a su primer mentor a los Sacramento Kings en el cargo de "associate head coach". En Román Paladino, el primer ayudante del entrenador jefe, un puesto de enorme responsabilidad para quien, por aquel 2022, ya había sido entrevistado en algunos veranos y por varias franquicias diferentes como futuro candidato a ser entrenador jefe en la NBA, lo que nunca ha logrado un español y, de momento, solo dos europeos (Igor Kokoskov en Phoenix en 2018 y, a partir de la próxima temporada, Darko Rajakovic en Toronto). Y lo cierto es que el éxito de la dupla Brown-Fernández ha sido inmediato, con los Kings volviendo a disputar los ‘play offs’ por primera vez desde 2005 y señalados como de los equipos con mayor proyección de la competición.
Es merced a ese crecimiento paulatino por lo que, este verano, le llega al badalonés otra de esas oportunidades irrechazables: sentarse en el banquillo de Canadá con el objetivo de clasificarla para los Juegos de París 2024. Llama la atención que un país como el norteamericano lleve sin participar en una cita olímpica desde Sidney 2000, cuando también ejerció, con Steve Nash como base, de azote de España. Pero Fernández ha conseguido algo de lo que históricamente no han podido presumir por allá: compromiso. Si durante años ha sido habitual ver cómo los jugadores NBA renunciaban a defender a Canadá en sus compromisos veraniegos, el español ha logrado el ‘sí’ de hasta siete de ellos este verano: Dillon Brooks, Kelly Olynyk, Nickeil Alexander-Walker, Lugentz Dort, Dwight Powell, R.J. Barrett y el ahora mismo más claro candidato a MVP de la Copa del Mundo, el sensacional base Shai Gilgeous-Alexander. También se subió al barco Jamal Murray, pero molestias físicas le bajaron del mismo a última hora, ya durante la preparación de la cita global. La selección la completan varios jugadores con experiencia en Europa y en concreto en España (Melvin Ejim, Phil Scrubb, Kyle Alexander y Trae Bell-Haynes) y un proyecto de gran pívot aunque aún verde como el gigatesco Zach Edey. No alcanza el potencial de Estados Unidos, con doce notables jugadores NBA, pero tampoco le anda demasiado lejos. He ahí el primer gran éxito de Jordi Fernández este verano, ya mucho antes de saltar a la cancha.
Canadá, comparsa en el panorama internacional durante años, se ha metido en las semifinales de la Copa del Mundo con todos los honores y ahora mismo nadie parecer atreverse a descartarlos, con toda la lógica, incluso para el título. Tienen mimbres para ello en la cancha y en el banquillo, donde se sienta un tipo de tez morena y exquisita educación, al que no recuerdo nunca pisar un charco en las no pocas entrevistas que ya hemos mantenido con él en ‘Tirando a Fallar’ y al que hay que reconocerle ya ser uno de los mejores entrenadores españoles de todos los tiempos. Por su valentía, por su camino diferente, por su progresión y por supuesto por unos éxitos que, a punto de cumplir los 41 años, tiene pinta de que no van a ir sino a más. Muchos le señalan ya como el primer técnico español dirigiendo a una franquicia NBA. Eso son palabras muy mayores que yo no me atrevo a firmar porque múltiples factores inciden en un hecho como tal, pero lo que sí digo es que está preparado para ello y, desde luego, mucho más que cualquier otro compatriota, por su vasto conocimiento ya del mundo NBA.
Aunque en España siga siendo una suerte de Forrester, aquel misterioso hombre encarnado en la película del año 2000 por Sean Connery, va siendo hora de reconocer su nombre y sus logros. Es hora de ir Descubriendo a Jordi, pionero y futura leyenda de nuestro deporte. Al tiempo.