La gigantesca manifestación que ha abarrotado el centro de Madrid este sábado es un éxito importantísimo de la resistencia democrática que ya ha tomado cuerpo en España ante la consciencia de que Pedro Sánchez, el PSOE que acaudilla y sus socios separatistas están acabando con la democracia y las libertades en nuestro país.
Esos cientos de miles de personas –un millón, según los organizadores– que llenaban el centro de la capital como no se había llenado desde hace décadas y que han escuchado emocionados el himno al terminar el acto, son la representación viva de una Nación que no está dispuesta a rendirse, que no está dispuesta a transigir y que, por fin, es consciente de lo que se juega.
No será fácil destruir esa Nación, no será nada sencillo arrebatarle sus libertades a ese pueblo, sobre todo si como ha dicho Fernando Savater en su magnífico discurso, la gente no se cansa y acaba "tolerando lo intolerable".
Experto como pocos en luchar por la libertad, el filósofo y escritor ha dicho algo muy importante: este tiene que ser el primer acto de una lucha que será larga y en la que no hay que desfallecer, que es precisamente lo que esperan el Gobierno y la izquierda, vencer por agotamiento a esa más de media España que sí confía en lo institucional y, por tanto, siempre ha sido un tanto remisa a la movilización. Ahora, con todo en juego, no puede ocurrir eso y no va a ocurrir eso.
Otro aspecto muy importante de la masiva movilización ha sido su, por llamarla así, vertiente europea: nunca se habían visto en Madrid tantas banderas de la UE, en lo que es una demostración clara de que la resistencia democrática española ha entendido a la perfección el importante papel que pueden jugar las instituciones de Europa para frenar el golpe de Sánchez y, sobre todo, que hay que reclamarles ese apoyo de una forma contundente.
En este sentido, el discurso del eurodiputado Paulo Rangel es también uno de los grandes momentos del día y una puerta a la esperanza de que, efectivamente, el grito de alerta de la Nación española será escuchado en Bruselas. Si es así, Pedro Sánchez tendrá más que difícil completar la voladura de nuestra democracia.
En conjunto ha sido una gran jornada: la resistencia democrática es ya mayor de edad y ha demostrado otra vez que los que están por la democracia por la libertad no sólo son más, sino que también son mejores. Si esta España persevera, si los partidos que deben representarla no la traicionan y si, en lo que sería un movimiento suicida, Europa no mira hacia otro lado, podemos estar seguros de que, aunque no será fácil ni sin esfuerzo, entre todos acabaremos con Sánchez y su golpe.