Está visto que el único consenso sólido que ha logrado Pedro Sánchez es aquel que se fraguó en torno a lo que el PSOE se oponía a apoyar hasta las últimas elecciones generales: una inconstitucional y mal llamada "Ley de Amnistía" en favor de los golpistas del procés que hasta tuvo que ser aprobada en segunda votación en el Congreso debido a las iniciales reticencias del partido de Puigdemont. Y es que la fragilidad de este gobierno socialista, empecinado en gobernar a pesar de haber sido el PP el ganador de las últimas elecciones generales, sólo es superada por la falta de escrúpulos políticos y morales del presidente Sánchez, dispuesto a mantenerse como sea en la poltrona.
La más reciente prueba de ello es la decisión del Gobierno de retirar el proyecto de Ley del Suelo a unos minutos de empezar su debate parlamentario para evitar una nueva derrota en el congreso 48 horas después de que la Cámara tumbara la abolición de la prostitución propuesta por el PSOE.
Y es que este proyecto de Ley del suelo, escasamente liberalizador para los ojos del PP y Vox —partidos con los que, además, Sánchez no se ha dignado negociar nada— era, por el contrario, excesivo para los comunistas de Sumar, que alegan que no formaba parte del acuerdo de gobierno. Los socialistas verán "incomprensible" que un partido como Sumar, que no es un apoyo externo, sino que conforma gobierno con el PSOE, no apoye sus iniciativas legislativas. Pero, en principio, no es menos incomprensible que un gobierno con tamañas dificultades para gobernar no convoque elecciones anticipadas.
Ahora bien, lo que sería lógico en un político democrático "normal" no lo es en absoluto en un dirigente tan nihilista y tan patológicamente adherido a la poltrona como Pedro Sánchez. Y ya va siendo hora de que cierta derecha política y mediática, la misma que creía que Sánchez no lograría ser investido y que estábamos abocados a una repetición electoral, deje de dar por descontado un adelanto electoral cada vez que Sánchez no logra sacar adelante un proyecto de ley o su partido sufre un revés electoral como el que tuvo en las gallegas o como el que puedan tener los socialistas en las próximas elecciones europeas, por mucho que vuelvan a contradecir las fantásticas ensoñaciones de Tezanos.
Y es que a Sánchez lo que verdaderamente le quita el sueño no es tanto perder votaciones parlamentarias, elecciones que no sean generales, tener que renunciar a aprobar leyes o impulsar otras con las que no estaba de acuerdo. Lo único que le quita el sueño es perder la poltrona y, salvo que dimita o que sus socios golpistas y comunistas se sumen a una moción de censura impulsada por PP y Vox contra él, este presidente infausto tiene asegurada la poltrona hasta 2027. Mientras tanto y desde esa poltrona, podrá hacer suya la máxima de Graucho Marx: "Estos son mis principios, pero si no les gusta, tengo otros".
Sería para reír si no fuera para llorar.