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La comunidad de destino de Sánchez y Maduro

La comunidad de destino de estos dos líderes hispanos, Sánchez y Maduro, es un mundo, se dice pronto, sin esperanza.

La comunidad de destino de estos dos líderes hispanos, Sánchez y Maduro, es un mundo, se dice pronto, sin esperanza.
Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero. | EFE

Ha hablado Sánchez para despedirse del curso político y anunciarnos su inicio de vacaciones. También lo hizo en la madrugada del lunes Maduro ¿Cómo acercarnos a sus palabras sin causar daños a sus millones de seguidores y amigos? Sigamos la recomendación de un poeta. Es caribeño y ha recibido el Premio Cervantes. Miro su retrato en la Biblioteca Nacional y su rostro me infunde confianza. Es un buen método de acercamiento a Sánchez y a Maduro. Porque la humildad, como mantiene el poeta venezolano Rafael Cadenas, es un refinamiento, trato de ser lo más humilde posible para salir de mi garrulería intelectual. Intentaré tomar nota de la esencia de las comparecencias de Maduro, después del fraude electoral, y de Sánchez, después de negarse a declarar sobre los presuntos delitos de corrupción por los que está imputada su esposa, Begoña Gómez, por el Juzgado de Instrucción Número 41 de Madrid.

El parecido de sus discursos, genuinos alardes dialécticos para mantenernos informados y alertas sobre las sutilezas de sus respectivos planes de gobierno, es, ciertamente, increíble. Fantástico. Más aún, quien consiga creérselos, habrá entrado en un nuevo estadio de la evolución humana. La realidad no existe, en verdad, si uno no pasa por las sabias interpretaciones de Sánchez y Maduro. Sí, ya sabíamos que el Gobierno de Venezuela siempre tuvo muchas cosas en común con el Gobierno de España, y viceversa. Baste recordar las maravillosas relaciones de Zapatero y Bono, junto al famoso embajador de España en Venezuela, Raúl Morodo, con el finado presidente Hugo Chávez Frías. Hubo compras, ventas y tratos de aviones españoles con tecnología norteamericana entre los gobiernos de Zapatero y Chávez, amen de otros múltiples vínculos entre los que mediaba nuestro embajador en Caracas… Todos esos contactos fueron profundizados en la época de Sánchez hasta el punto de ser el único gobierno de Europa que ha recibido en el aeropuerto de Barajas a una vicepresidenta del Gobierno venezolano, a pesar de tener prohibida la entrada policial por presuntos delitos de narcotráfico. ¡Para qué recordar lo del exministro Ábalos, Koldo y las maletas de esa señora! Nada nuevo, en fin, descubro si digo que Sánchez y Maduro tienen muy buenas relaciones, comparten asesores, como Rodríguez Zapatero, y causas comunes en la Internacional Socialista.

Hay, sin embargo, algo más en común en lo que muy pocos han reparado, pero que marca una auténtica comunidad de ideas y sentimientos entre estos dos mandatarios de reconocida fama mundial. No me refiero, aunque respeto a quienes así lo hacen, a sus comunes semejanzas para llegar al poder de modo un tanto tosco y torticero a la hora de interpretar las leyes y reglas comunes del sistema democrático. Tampoco su forma impetuosa, llena de rabia e ira, y hasta despreciativa de tratar con los adversarios políticos, es lo primero y más relevante que emparenta y une a Sánchez con Maduro. Sin duda alguna, la liberalidad y magnanimidad de Sánchez y Maduro se ven muy dañadas, cuando observamos que ellos nunca se hacen responsables de los males que padecemos los ciudadanos; por el contrario, ellos siempre culpan a la Oposición de todos los males de la patria. Ellos solo gobiernan, mientras que sus respectivas oposiciones destruyen todo lo que tocan.

Sí, ninguno de esos rasgos comunes, y lo digo con la mayor humildad, pueden compararse en perversidad intelectual y maldad moral, vicios sutiles de la parte racional del ser humano, con la voluntad permanente que mueve las vida de estos mandatarios, a saber, arruinar toda esperanza de cambio. ¡Cuántas veces hemos oido a Sánchez y Maduro preguntar: ¿cuál es el proyecto político de la Oposición?! Ninguno, responden. La imposición de su respuesta al entero cuerpo electoral, nos convierte a todos en esclavos. La comunidad de destino de estos dos líderes hispanos, Sánchez y Maduro, es un mundo, se dice pronto, sin esperanza.

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