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EDITORIAL

El camino de perdición de Cataluña que Illa piensa continuar

Más le valdría a Illa imitar a Isabel Díaz Ayuso que tratar de seguir la estela dejada por Puigdemont, Torra y Aragonés.

El Gobierno de Illa ha echado a andar en Cataluña, y lo ha hecho con no pocos deméritos. En primer lugar, arranca con dieciséis consejerías. Emulando a Sánchez, Illa ha configurado el gobierno autonómico con mayor número de consejeros. Tiene el doble que Murcia (con ocho) y casi el doble que Madrid (con nueve). Además lo hace bajo un pacto que rompe casi todos los compromisos que adquirió el propio PSOE en su último Congreso. Es decir, que si ya podíamos sospechar que el PSC dejaba el constitucionalismo para militar en el separatismo, ahora es abiertamente golpista.

Y toda su agenda rupturista, que es la continuación de lo que han hecho en Cataluña Junts y ERC durante las últimas dos décadas, tiene una base financiera fundamental, perpetrar el golpe definitivo a España. El pacto de Sánchez y ERC para la investidura de Illa, el traspaso de la recaudación, gestión y liquidación de todos los impuestos en Cataluña, la llave de la caja, rompe el principio de igualdad y solidaridad entre los distintos territorios españoles, dinamita la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA), y condena a la infrafinanciación a las comunidades autónomas con menos recursos.

Pero, ¿para qué quiere el dinero el señor Illa? Hasta la fecha la Generalidad ha ido marcando récords de gasto público año a año. Su gasto público ha subido a un ritmo mucho mayor, y esto es decir mucho, de lo que lo ha hecho en proporción el Gobierno central. En el periodo que va desde 2019 a 2023, el gasto público catalán ha crecido un 13%, un 2% superior que el ritmo de incremento del gasto público del Gobierno central de Pedro Sánchez. Si nos vamos hasta 2003 para explorar las dos últimas décadas de proyecto separatista, el incremento del gasto público ha sido del 49%, 17 puntos porcentuales más que la media española de los últimos 20 años (un 32%). Ahora el gasto no financiero supera los 43.600 millones de euros en Cataluña, (53.000 si incluimos las amortizaciones pendientes de deuda).

¿Y cuáles son los logros de la Comunidad Autónoma que justifiquen semejante incremento de gasto público? Ha convertido a sus ciudadanos y empresas en los más castigados fiscalmente de España, ha perdido su posición como locomotora de España en favor de Madrid. La renta per cápita en Cataluña no ha hecho más que bajar desde 2008 hasta caer por debajo de la media de la UE en 2012.

Desde el golpe del 1 de octubre de 2017, han abandonado la comunidad autónoma catalana más de 9000 empresas y el sector turístico en Cataluña sigue sin recuperar todavía los datos de visitantes y gasto por visitante previos a la pandemia.

Por si esto fuera poco, en los planes de Illa no figuran reducir los impuestos ni las trabas burocráticas, mucho menos reducir el gasto público. Lo que sí tiene previsto es paralizar infraestructuras como el Aeropuerto de Barcelona, o desnuclearizar Cataluña para convertirla en una "isla energética" con cooperativas de instalaciones renovables.

Además, según un estudio de la universidad de Gotemburgo con el apoyo de la Unión Europea, Cataluña es la región más corrupta de España, y otro estudio, el índice de calidad de Gobierno de las regiones Europeas, coloca a Cataluña a la cola en cuanto a la percepción de la calidad de los servicios públicos por parte de sus ciudadanos.

No serán pocos los que en Cataluña empiecen a estar hartos de ser los que más impuestos pagan de Europa, para encima obtener los peores servicios públicos. Otro gallo cantaría si la intención de Illa fuera la de reducir trabas burocráticas, eliminar todos los impuestos propios, bajar los tramos autonómicos de IRPF y Sociedades, reducir el gasto y dedicar los recursos propios a hacer más eficiente la administración y ponerla al servicio de los ciudadanos, tal y como ha hecho la comunidad de Madrid. Una región que se ha convertido en la antítesis de Cataluña. Si de Cataluña huyen las empresas, a Madrid llegan. Si en Cataluña cae la renta per cápita, en Madrid sube por encima de la media de la UE. Si la seguridad y el turismo son un simple anhelo en Cataluña, en Madrid son una relidad cotidiana.

Más le valdría a Illa imitar a Isabel Díaz Ayuso que tratar de seguir la estela dejada por Puigdemont, Torra y Aragonés, siempre, con el permiso de Pedro Sánchez.

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