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La asonada sanchista

Estamos ante un sujeto capaz de todo. Y cuando digo capaz de todo, digo de todo, incluido aquello que jamás podríamos permitirnos imaginar.

Estamos ante un sujeto capaz de todo. Y cuando digo capaz de todo, digo de todo, incluido aquello que jamás podríamos permitirnos imaginar.
Pedro Sánchez, durante el desfile del Día de la Fiesta Nacional. | EFE/Chema Moya

Se lo diré de sopetón: Sánchez es capaz de amañar una asonada militar fallida con tal de evocar, mediante los fantasmas de un golpe militar, la maldad genética de la derecha en el inconsciente colectivo. Considérenlo un disparate, una metáfora si quieren, de su falta de límites, pero estamos ante un sujeto capaz de todo. Y cuando digo capaz de todo, digo de todo, incluido aquello que jamás podríamos permitirnos imaginar.

El problema no está en que él sea capaz, sino en nuestra incapacidad de imaginarnos el alcance de su maldad. Como no pudimos imaginarnos que convirtiera el CIS en un mentidero a su servicio, indultar a los golpistas catalanes, que acabara con el delito de sedición en el Código penal, amnistiara a sediciosos y malversadores, o vendiera a trozos la soberanía nacional a sus enemigos con tal de tener mayoría en el Congreso para seguir en el poder. En cada uno de esos pasos, ningún español en su sano juicio se imaginó el siguiente. Y sin embargo, ninguno de ellos le preparó racional y emocionalmente para digerir el siguiente. Hasta que llegó la legitimación del mundo aberzale de ETA, la disminución de penas, junto a su descaro y desprecio a las propias víctimas y al sufrimientos de cientos de miles de vascos condenados al miedo y al exilio. No descarten tampoco la amnistía total al terrorismo etarra en nombre de la futura confederación plurinacional como solución a las heridas históricas de un Estado opresor de pueblos. Paso previo para llegar a la IIIª República con él como Jefe de Estado. ¿Quién mejor que él para los enemigos de España? No descarten que sea ese su plan para perpetuarse en el poder.

Concluyan ustedes, para completar su atrevimiento, todos los pasos dados para colonizar las instituciones, y la desvergüenza de sus congresistas siguiendo sus consignas como auténticos mercenarios al servicio único de su enfermiza querencia de poder. Y de su propio pesebre, claro. Y sobre todo, reparen en su rabiosa desvergüenza contra el Poder Judicial para proteger a su mujer, e impedir que la corrupción que le rodea acabe llegándole a él. Las hechuras propias de un capo mafioso, expuestas con implacable crueldad por la diputada del PP, Esther Muñoz ayer en el Congreso.

No hay día que no dé un navajazo a la neutralidad del sistema, el último, amañando por decreto ley la elección de Consejeros al órgano de dirección de RTVE. Imposible mejorar el repaso de Carlos Alsina, a la cacicada. Ya no es controlar solo los medios, en esta ocasión es la nueva factura a pagar a sus aliados de muros y odios para sacar adelante los presupuestos. Incluso creando 5 delegados más para que haya alpiste para todos y dando poderes especiales al presidente del Consejo para saltarse a los propios consejeros cuando convenga. Frente a esas cacicadas resuena el eco de su voz: gobernaré con o sin presupuestos, gobernaré con el aval del Parlamento o sin él, con los garantías de los Jueces o sin ellas… ¿Este tipo se ha creído que el Estado es de su propiedad?

Es tal el descaro con el que se desenvuelve, que ya no estamos ante una lucha democrática sujeta a reglas, sino en una guerra típica de clanes mafiosos que no respetan a nadie ni a nada. Es una guerra de supervivencia. Con el propio ministro de Justicia, Félix Bolaños de muñidor. Vomitivo.

Sánchez no ha ganado elección general alguna. Desde que llegó al poder mediante una moción de censura, su manera de conservarlo ha sido polarizar a la sociedad, anular por completo la dialéctica democrática y sus consecuencias políticas. Evitar contrastar modelos de gobierno y examinar su eficacia o su incompetencia. Hasta ahora le había bastado con el relato de esa polarización como trampantojo, pero los casos de corrupción que le rodean por doquier, las mentiras sin fin, y unos socios dispuestos a sacarle el hígado a la nación, le han arrojado a la intemperie total.

Estamos en esos momentos donde el instinto de supervivencia de un animal herido lo convierte en una fiera dispuesta a morir matando. Y no parará ante nada ni ante nadie. Es ahí donde aparecen estrategias que nadie se permite pensar. Porque nadie piensa la maldad que no es posible imaginar. Menos Sánchez.

¿Cómo convertir el maniqueísmo político, la bipolarización, de mero relato, a ruptura guerracivilistareal entre progresistas y fachas para que el enfrentamiento suplante con odio de bandos su corrupción y su traición?

Con cualquier disparate. Incluido lo inimaginable, que intento imaginar de manera preventiva: manipular, dar alas a un grupo de militares trasnochados con añoranzas franquistas, para que den una asonada mediática, y abortarla inmediatamente por mandos de su confianza con un despliegue militar de película en defensa de la democracia desde la Moncloa. En una palabra, achacar a los grupos de derecha la asonada, y patrimonializar su intentona por la determinación de Pedro Sánchez y su Gobierno. Si hubiera esa asonada militar fallida el único que ganaría con ella sería Sánchez. Ya le sobran colaboracionistas en los medios de comunicación, sólo necesita cómplices en el ejército. Destituciones y nombramientos ha hecho muchos. Una manera de emular al Rey Juan Carlos del 1981 sin arriesgar nada en el intento. Éste consolidó la democracia, Sánchez seguiría amorrado al poder. Y con la hoja de ruta despejada a la confederación plurinacional y la IIIª república.

Ciertamente, cualquier disparate de esta factoría de Netflix en que se ha convertido el Gobierno, sólo se puede achacar a una mente diabólica; en este caso, a la de Sánchez (la mía sólo la pretende prever); pero cuando estás en guerra, y hoy en España se está librando una guerra sucia contra el Estado social y democrático de derecho a costa de la existencia misma de España como nación, toda precaución es poca.

CODA: Lo más descorazonador es que nos están condicionando a aceptar cualquier cosa. Unos días de ruido, vaselina, otro navajazo, vuelve el ruido, más vaselina, trece mentiras más trasformadas en cambio de opinión por los medios afines… y así, poco a poco, se va consolidando el deterioro democrático. No es una dictadura, como dramatizan algunos iluminados, sino un simulacro de democracia. Formalmente lo es, pero de muy baja calidad.

Cuanto antes advirtamos "cómo mueren las democracias", más pronto repararemos en que no es cuando devienen en dictaduras, sino cuando no percibimos su deterioro. El paso de la democracia a la dictadura se escenifica es un interruptor (por ejemplo, un golpe de Estado), el paso de una democracia aseada a una falsificada, es el que está modulado por un rueda dentada como la de la lavadora dónde podemos poner más o menos temperatura. Cuanto más giremos la rueda, más cerca estaremos de maltratar la ropa. En un extremo de la circunferencia, democracia sana, en el otro, muy enferma. Necesitamos antibióticos contra el virus Sánchez. Cada español, potencialmente es un antibiótico. O un virus más. A llorar a la calle de la llorería.

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