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EDITORIAL

El político que Madrid no merece, pero el PSOE-M sí

De lo que está a la altura es de un partido mediocre, liberticida y sectario, cuyas miserias son tan evidentes que los madrileños llevan 30 años apartándoles del poder.

Como dice con cierta sorna la Wikipedia, "según acabó sus estudios", Óscar López se afilió al PSOE y empezó a trabajar para el partido, concretamente para su grupo parlamentario. Allí conoció a Pepiño Blanco y se convirtió en uno de los jóvenes que medró a la sombra del que luego lo sería todo en el PSOE. Un grupo en el que, por cierto, también estaba Pedro Sánchez.

Unos años después fue elegido diputado, más tarde pasó a Castilla y León, donde fue candidato del PSOE a la Junta y procurador. Tras eso sería nombrando senador y, en suma, ha ido ocupando cargos políticos durante lustros. De hecho, su única incursión en algo que se acerque remotamente al sector privado fueron los tres años en los que ejerció, con un jugoso sueldo cercano a los 200.000 euros al año, de presidente de Paradores.

Un dinero sin duda merecido si es cierto lo que el propio Oscar López decía de sí mismo este jueves, al presentar su candidatura a la secretaría general del PSOE de Madrid: que ha trabajado "24 horas al día siete días a la semana". Impresionante laboriosidad que, sin embargo, no le fue de mucha utilidad en la única ocasión en la que se ha sometido a la aprobación de los ciudadanos en unas elecciones: en 2011 obtuvo el peor resultado en 16 años del PSOE en Castilla y León: sólo logró un 30% de los votos, ocho puntos menos de los que los socialistas habían tenido cuatro años antes. Y esto, atención, en una época en la que aún no habían surgido ni Podemos ni Ciudadanos. Es decir, y por mucho que él hable de aquel resultado como de una gran gesta política, la verdad es que hizo el ridículo.

Ese fracaso electoral y una serie de cargos de fontanería política para los que fue elegido a dedo es el escasísimo bagaje político con el que Óscar López se presenta a los ciudadanos de Madrid: aterrizando como un paracaidista en un partido en el que no ha estado nunca y con el único aval, una vez más, del dedazo del mandamás Sánchez. Un experimento, por cierto, que ya ha fracasado en varias ocasiones en la Comunidad de Madrid.

Y por si lo que se sabe del personaje no fuese ya bastante negativo, López se ha estrenado como líder del socialismo madrileño in pectore con una intervención lamentable que ha tenido todos los peores tics totalitarios y las lamentables formas del sanchismo: empezando por acusar a los demás de lo que él mismo ha hecho –su comparecencia ha sido una larga ristra de insultos– y terminando con una cantidad tal de mentiras, medias verdades y bulos enteros que haría sonrojarse al mismísimo Pinocho.

Además, y para que nadie pueda poner en duda su carácter profundamente totalitario –y en el fondo también su debilidad–, se ha lanzado contra los medios de comunicación, amenazando con cortes de financiación como si todos los periódicos o radios que no le bailan el agua a Sánchez lo hiciesen por recibir su dinero de oscuras redes de financiación opaca. Cree el extorsionador con dinero público que todos son de su condición.

Está claro que López no es el político que merece una región como Madrid, vital y vibrante en todos los sentidos, muy libre y extraordinariamente cosmopolita. Sin embargo, sin duda alguna sí es el que está a la altura de un partido tan mediocre, liberticida y sectario como el de los socialistas madrileños, cuyas miserias éticas y políticas son tan evidentes que los ciudadanos de Madrid llevan 30 años apartándoles del poder.

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