
Las incorporaciones a la nueva TVE son plurales, pero solo en el sentido de que no son singulares, porque creo que, menos a la sobrina de Ábalos, le han dado programa a todo el mundo. Apenas ha levantado revuelo en los opinadores este desembarco de caras nuevas en TVE y su puesta de largo durante las retransmisiones de la Copa del Rey. Entre anuncio y anuncio de nuevo programa, y entrevista y entrevista a los presentadores, creo que pusieron algo del partido, pero no pondría la mano en el fuego. Sánchez cada día es más invasivo. Ahora se cuela en el fútbol. Cada día lo tenemos hablándonos más cerca, dando la matraca. Haría bien en recordar su ley del solo sí es sí. Y le estamos diciendo que no.
Los tropecientos rostros que aparecieron en pantalla como novedades en la parrilla responden exactamente al mismo patrón ideológico y, por si había alguna duda, todos hicieron el mismo discurso. Un detalle no menor, propaganda sutil: TVE ya no existe como marca, la nueva marca, a la que aludieron todos los presentadores, es "la televisión pública"; ni "TVE", ni "La 1", ni "Televisión Española". Hay que educar al rebaño. Y además así evitamos decir "española", que suena como muy Arias Navarro.
La Revuelta ha fallado. No importa. Hagamos seis Revueltas. ¿Y si nadie las ve? Traigamos también la telebasura más choricera, para que podamos, entre choni y charo, seguir paseando a nuestro nuevo equipo de comisarios, que al menos así convencemos del eslogan político de cada día a la audiencia idiotizada.
Sánchez intentó montar una tele privada de servicio público sanchista. No lo consiguió. Entonces robó la de todos los españoles. Es su manera de funcionar: las cosas se consiguen como sea, manipulando una urna en unas primarias, dando un golpe de estado disfrazado de moción de censura, indultando lo que no se puede insultar, tirando de decretos ley en pleno virus, o persiguiendo a los jueces que investigan sus corruptelas. ¿Que no hay tele 7, o como demonios fuera a llamarse? Pues ya la hay. Y dos canales, además, que para eso es el más chulo del hemiciclo: la 1 y la 2.
No importa demasiado, porque la influencia de la televisión en la formación de la opinión pública está en feroz decadencia. Y, salvo que su plan en China sea lograr el favor de Tik Tok (no lo descartes), las redes las tiene perdidas, a pesar de la legión de seguidores falsos en sus cuentas y en las de sus tinglados institucionales; quizá nadie le ha explicado que los bots no votan.
Buenafuente, asomado en el descanso del partido, dijo cien veces no sé qué de la "televisión pública" y el humor en tiempos difíciles, como si no hubiera risas en La 1 hasta su llegada. Primero, no hay nada más risible que el telediario de Sánchez. Y segundo, está lo de José Mota, que es de las pocas cosas que aún hacen reír a unos y otros. Admito, en cambio, que considerar humor lo de Broncano es una temeridad.
Más tarde salió Jesús Cintora con Juan Carlos Rivero y dijo que en su programa nos iba a explicar las cosas que pasan en el mundo. Y se presentó como adalid de la objetividad. Quizá también se traté de un formato de humor. A Belén Esteban le quité el sonido, pero imagino que, siguiendo la línea de los otros, se felicitó porque su llegada a la televisión pública resulte una apuesta por la difusión de la cultura grecorromana en horario de máxima audiencia.
Ahora se entiende mejor para qué compraron tanto fútbol, incluso pagando el doble que el precio de mercado, como si fueran nuevos ricos marbellís en los años de ladrillazo y fajo de billetes gordos. El objetivo es claro: poder entrar a la fuerza en casas donde no son bien recibidos los dogmáticos, los agentes sanchistas, y los bailarines del equipo de opinión sincronizada.
La operación de asalto a TVE, de todos modos, suena un poco ochentera, y deja cierto aroma a melancolía. Si Sánchez cree que la televisión todavía es relevante es porque, esto no le gustará, los años pasan, y se ha convertido ya en el mejor representante de eso que llaman la boomerada. Y en su entorno lo más joven que hay es Patxi López. ¿Puede ser este el gobierno que más voto joven ha perdido durante su mandato? Sin duda. Los jóvenes pasan de él, con excepción de los ilegales, que en teoría no votan –de momento-. Y los pensionistas no le van a vivir siempre. Tendría gracia, en fin, que después de todo nos librara del socialismo y de Tele Sánchez, no la economía, el derecho, la literatura, o las matemáticas, sino la biología, es decir, el hecho biológico generacional.