
Aunque era evidente, en el PSOE no pueden negar ya que es Ábalos quien ha filtrado los mensajes. En ese partido sólo queda gente que embiste, pero nadie que piense. ¿Cómo no se imaginaron que, abandonado a su suerte, el ex secretario de organización dispararía con la munición que tuviera? Es posible que los demás no supieran qué atesoraba, pero Sánchez no podía ignorar los mensajes que se habían cruzado. O qué suponía, ¿que sólo a él le está reservado el privilegio de ser desleal?
Pero, la pregunta que debemos formularnos es otra. Esto es, si Ábalos hace esto para vengarse o para advertir de que, si no le encuentran una salida, empezará a disparar los obuses de 155 milímetros que guarda en la santabárbara. En el actual momento procesal es más probable que se trate sólo de un aviso. Cualquier corrupto, antes de rendirse y buscar consuelo en la vendetta, intenta el chantaje.
Cabe suponer que, antes de filtrar nada, el hoy diputado del Grupo Mixto pidiera el respaldo de sus compañeros amenazando con hacer pública la correspondencia que arteramente conservó. Lo prueba el que Pilar Alegría asegurara, sin que nadie le preguntara, que las notas de wasap intercambiadas no probarán ningún delito que haya podido cometer Sánchez. Así que, con independencia de que esto sea una excusatio non petita de libro, está claro que Ábalos, antes de filtrar, amenazó con hacerlo. Y como no le hicieron caso, entregó a El Mundo los textos menos comprometidos para demostrar que no hablaba a humo de pajas.
A partir de aquí, pueden pasar dos cosas. La primera es que Sánchez le ofrezca un pacto aceptable, que incluiría conservar el dinero robado e ir a la cárcel a lo sumo unos pocos meses. Y, si el presidente no es capaz de colmar las expectativas de quien fuera su mano derecha o incumple lo que prometa, Ábalos sacará a relucir todo lo que tenga de su señorito. Presumiblemente, ocurrirá lo primero porque ya conocemos al personaje y sabemos que es capaz de cualquier cosa con tal de salvar su augusto trasero, al que tanto cariño le tiene. Pero no es descartable que al final todo se sepa, por incumplimientos del interfecto o por, esta vez sí, pura venganza.
Lo seguro es que el presidente no dimitirá. No lo haría ni siquiera en el caso de que el Supremo lo investigara, por grave que fuera el delito. Tampoco convocará elecciones hasta que pueda ganarlas, en último extremo, con trampas. Las encuestas de Tezanos son tan burdamente falsas que no pueden tener por finalidad convencernos de nada. Su objetivo podría ser el hacer creíble en el exterior un resultado amañado, sea lo que sea que tengan pensado hacer. Los únicos que pueden librarnos de esta plaga que nos atenaza son quienes la propiciaron, los socialistas. Y ya se ha ocupado Sánchez de quitar de en medio a las pocas personas decentes que quedaban en ese partido. Claro que, al menos ahora, gracias a Ábalos, ya no pueden fingir lo mucho que aman a su jefe porque se ha hecho patente que lo que realmente le tienen es miedo. No sé quién es peor, si el necio malvado que los dirige o los cobardes que consienten que los humille.