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La nueva mayoría de derechas

En Cataluña hay muchos independentistas, sí, pero también hay mucho dinero. Y los dueños de ese dinero en algún momento tendran que decidir

En Cataluña hay muchos independentistas, sí, pero también hay mucho dinero. Y los dueños de ese dinero en algún momento tendran que decidir
Carles Puigdemont, Jordi Turull, Míriam Nogueras y Josep Rius. | EFE

Si la IA de mi teléfono móvil no miente, el Real Club Deportivo Español, entidad recreativa que como es fama preside un súbdito chino, cuenta con seis veces más asociados que el partido político del tipo que dice representar legítimamente al pueblo catalán desde un chalet en Bélgica. Hablamos, en concreto, de 37.776 españolistas de carnet frente a apenas 6.000 juntaires per Catalunya. Para tratarse de un muy ruidoso y prepotente movimiento de liberación nacional, lo cierto es que, sólo en la ciudad de Barcelona, hay el doble de taxis ( las licencias se acercan a 12.000) que militantes de la causa de Puigdemont a lo largo del territorio íntegro de su nación imaginaria.

Pero se supone que ese minúsculo residuo liliputiense, la resaca última del procés, va a decidir este próximo jueves el destino inmediato de España y su gobernanza. El problema es que nadie, empezando por ellos mismos, se está tomando ni medio en serio la humorada. No obstante, pese a constituir la consulta a las sufridas bases menguantes una escenificación teatral algo bufonesca, lo cierto es que, a partir del jueves, en la Carrera de San Jerónimo comenzará a existir, y ya de modo explícito, una clara mayoría de derechas dentro del hemiciclo.

Una mayoría de escaños liberales y conservadores en el ámbito institucional, esa, que se añadirá a lo que, en términos gramscianos, se puede definir como una clara hegemonía cultural de la derecha en la sociedad española ( fenómeno que se percibe, sobre todo, entre la población joven). Escenario que nos aboca a una situación paradójica. Pues teniendo de su parte todas las condiciones objetivas y subjetivas – sigo con Gramsci – a fin de hacerse ahora mismo con el poder, las distintas derechas del fragmento de la Península Ibérica no ocupado por Portugal van a seguir pasando frío en la calle hasta, como mínimo, 2027. En Cataluña hay muchos independentistas, sí, pero también hay mucho dinero. Y los dueños de ese dinero en algún momento tendran que decidir si la mejor forma de conservarlo es continuar apoyando a ese obtuso iluminado.

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