
En El Pardo tenía que ser. No existe otro paraje más cargado de simbolismo. Seguro que había otros puntos ciegos de cobertura con menos historia, pero eligieron ese. Una black-op como Dios manda no requería tanto guiño al poder.
En El Pardo se pasó de la dictadura a la democracia. Hasta materialmente. Franco reconstruyó lo que era un pabellón de caza para convertirlo en la residencia del Rey, el Palacio —que no lo es tanto— de la Zarzuela. En el Palacio Real, el de Oriente, resultaba tan imposible vivir como calentarlo, así que la cercanía física entre el dictador y el "sucesor a título de rey" jugó la carta decisiva. Desde 1962, año de la boda entre don Juan Carlos y doña Sofía, el palacio que debe su nombre a un arroyo que transcurre por el monte de El Pardo, es la residencia privada de los reyes de España.
La monarquía en la figura de Juan Carlos de Borbón era la baza de Franco para la España que iba a sobrevivirle y que tanto desagradaba a la "camarilla de El Pardo", contrapoder oscuro, molesto e histórico formado por Carmen Polo; Cristóbal Martínez Bordiú, marqués de Villaverde y yerno del general, y Antonio Urcelay Rodríguez, ayudante de campo de Franco. Entre otras cosas consiguieron colocar a Carlos Arias Navarro — "un desastre sin paliativos" lo llamó el rey Juan Carlos cuando fue tan útil para España— como presidente del Gobierno tras el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco pese a que el dictador ya había elegido a Pedro Nieto Antúnez.
La camarilla fracasó, eso sí, en el intento de hacer una transición endogámica a la monarquía convirtiendo a la nietísima, hija del yernísimo, Carmencita Martínez Bordiú y Franco, en reina de España casada —más bien embridada— con otro Borbón, Alfonso.
El Pardo era el poder: el anterior, el posterior y el intermedio. El oficial y el encubierto. La consolidación de la democracia que no frecuentó el PSOE, pues prefería la revolución como salida al franquismo muerto —vivo nunca, claro—, cambió enseguida el eje geográfico del poder hacia otro Palacio, el de La Moncloa.
Hoy es sabido que donde de veras reside el poder es bajo tierra, entre oscuras cloacas donde todos los gatos son pardos. Allí donde no se distinguen formas ni colores, donde un uniforme de la Guardia Civil puede ser de la Policía Nacional o quizá del Ejército si es que no fuera un traje de chaqueta o un salto de cama. Los vapores que siempre salen de las alcantarillas en el cine americano resultan lo más parecido a los que rebosan de las saunas, vivero de la política española del siglo XXI, sede de la corrupción que nos gobierna.
Pero cuando hay que tirar de tarjeta prepago y móvil vintage parecido a los que nos dicen que se usaron en el 11-M para matarnos y mentirnos… ¡qué mejor que El Pardo! Tom Cruise debería probar a correr, como sólo él sabe correr, por esos encinares trochados por jabalíes y mordisqueados por gamos. Y luego esas contramedidas tan cinematográficas: el móvil a la basura, sin remilgos, y cambio de coche para evitar seguimientos. Pues o son muy malos o se dejaron seguir.
En una de las redadas habituales de este fin de año, la UDEF se llevó detenidos a Julio Martínez, dueño de la aerolínea Plus Ultra, y a su director ejecutivo, Roberto Roselli. Dos días antes José Luis Rodríguez Zapatero se había reunido con uno de ellos, con Julio Martínez. No fue en un reservado ni en un piso franco. Fue en el monte de El Pardo, en un punto ciego, alejado de la cobertura telefónica y de su posible localización. Más de una vez se habrá usado y pronto pasará como con el Everest, que hay atascos para subir a la cumbre. ¿Quedaron para comprarse un terrenito?, ¿para otear animalillos ibéricos?, ¿para contar nubes? ¿Sabía el expresidente Zapatero que Julio Martínez iba a ser detenido 48 horas después? ¿Hay Faisanes en El Pardo?
El dueño de la aerolínea —en singular porque sólo tenía un avión— rescatada con 53 millones de euros públicos era también cliente, ¡oh casualidad!, de las hijas de Zapatero, las que posaron con los Obama como si fueran extras del entierro del conde de Orgaz. What The Fav S.L., se llama el invento que ya ha borrado todo vínculo con el escándalo. El nombrecito está a muy pocos pasos de what the fuck!, muy acorde con la decisión de crear una empresa que opera sin demasiada transparencia entre Madrid y Caracas. Pues eso, sin complejos, ¡qué carajo! Buen resumen de lo que está pasando.
La SEPI (Sociedad Española de Participaciones Industriales) rescató a la aerolínea de un solo avión, como el agujero de la flauta de Bartolo, por su "carácter estratégico". Ahora sobre el expresidente de la SEPI, Vicente Fernández, pesan también medidas cautelares tras su reciente detención. Es tiempo de conocer lo "estratégico" de aquel rescate que merecía cita de seguridad en el maravilloso monte de El Pardo.
Zapatero, Denominación de Origen del Mal
José Luis Rodríguez Zapatero, protagonista de esta conspiración, nunca ha dejado de estar detrás del Mal. Es como el poder de El Pardo: antes de llegar, durante su mandato y después, en este sanchismo criminal. Hasta ahora, siempre ha conseguido escapar pese a rodearle un halo de insoportables evidencias. Paciencia.
Para los que se perdieron los primeros capítulos de esta serie, el tipo cargado de hombros, traje sobretallado, ojitos azules y cejas circunflejas —Gómez de la Serna quizá diría circuncejas— ya engañaba antes de ser siquiera conocido. No era de León sino de Valladolid, que tampoco aporta más que ese tic de la mentira como modo de vida. Siendo "líder" de la oposición firmó un pacto titulado "por las libertades y contra el terrorismo" mientras gobernaba José María Aznar. Nos vendieron que era un frente común y sin colores contra ETA. ¡Ja! Fue una operación de infiltración del PSOE en la política antiterrorista del PP para ir negociando con la banda asesina poniendo mercancía de la buena sobre la mesa por aquello de que los amigos hay que buscarlos hasta en el infierno. Así se llevan ahora.
Cuatro años antes de llegar al poder entre explosiones, ZP ya había hablado con ETA, la que mataba a sus concejales, de las condiciones de una rendición… la del Estado, no de la banda. Fueron cuatro años de alta traición sin ser siquiera presidente del Gobierno.
Luego llegaron los trenes, los teléfonos con tarjeta rastreable pero usados como simples temporizadores, las furgonetas y las mochilas repletas de pruebas que no coincidían con las autopsias ni con las explosiones, los trenes desguazados a toda prisa… y la agitación. "¡Quién-ha-sido!", hasta que se supo quién había sido… pero el ganador de las elecciones del 14 de marzo contra todo pronóstico. Entonces se dejó de corear la pregunta que, por supuesto, sigue en el aire.
Zapatero descarriló a España en 2004 para iniciar lo que hoy Sánchez intenta culminar, cada vez con menos fortuna: un cambio de régimen. El paréntesis con mayoría absoluta del PP tendrán que analizarlo alguna vez en Génova 13 con seriedad para aprender a gobernar en serio y no repetir esa complicidad, aunque sea involuntaria, con el Mal. Todavía no se han puesto a ello. La cuenta atrás empieza este mismo domingo en Extremadura, prueba de fuego de un posible cambio.
La pregunta es: ¿se pueden contar nubes entre rejas? Cuesta creerlo, pero ya cayó todo un presidente de la República francesa, Nicolás Sarkozy, y hay muchas apuestas a favor de que eso pudiera darse también en España aunque aquí sólo se trate de un expresidente del Gobierno que quisiera serlo a toda costa de la III República... y vivir, por supuesto, en El Pardo, donde siempre quiso estar el PSOE.
