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Agapito Maestre

Historia, orden y concordia

Florece el extremismo en Cataluña, donde los separatistas están organizados para llevar a cabo actos violentos, sabotaje y "terrorismo callejero".

Florece el extremismo en Cataluña, donde los separatistas están organizados para llevar a cabo actos violentos, sabotaje y "terrorismo callejero".
Independentistas queman de fotos del Rey en Barcelona. | EFE

La historia no sirve para nada, pero el que no sabe historia, no sabe nada. Esta sabia frase de Gonzalo Redondo, excelente historiador y maestro de historiadores, puede ayudarnos para no desesperar ante la cuestión catalana. Esta no tiene solución. Ya lo dijo Ortega y Gasset: solo cabe la conllevancia. Frances Cambo suscribió la doctrina del madrileño en Por la concordia, quizá su obra más excelsa y menos comprendida por las viejas y nuevas generaciones del separatismo catalán, hasta el punto de reconocer que "la política del 'todo o nada', en el momento en que hubiese en Cataluña ambiente propicio para una concordia, debería ser radicalmente proscrita."

Sin embargo, los separatistas insisten en la violencia y la tensión en las instituciones y en la calle. Para ellos sólo hay "política" de todo o nada. Solo entre septiembre y noviembre de 2017 hubo más de 300 actos de violencia. Quizá algún día estos violentos paguen su su locura. De momento, los separatistas parecen no haber aprendido nada de los últimos cien años. Los CDR (comités de defensa de la república) están bien organizados para llevar a cabo actos violentos, sabotaje y "terrorismo callejero". Se trata de resistencia violenta que, sin duda alguna, solo las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado pueden atajar con proporcionalidad y tiento democrático. Los separatistas catalanes están demostrando con creces que, como todos los pueblos sin hábitos de gobierno, muestran con gran osadía su extremismo, falta de sentido común y violencia. Eso no es política sino una locura nacionalista.

Por otro lado, los CDR o checas de barrio están bien conectadas con las resoluciones simbólicas que fueron tomadas ayer en el Parlament de Cataluña; en verdad, nadie se engañe, esas proclamas de corte simbólico están dirigidas a satisfacer y empujar a las masas a la calle contra el Estado español, a la par que tratan de ocultar que están atentado contra las leyes básicas del Estado de Derecho. Para estos políticos matar todo lo que les da vida es su principal objetivo. En Cataluña hoy, como en el pasado, florece el extremismo con gran ufanía. ¡Quizá falte sentido de la realidad! Pero lo real está ahí delante y más pronto que tarde acabará imponiéndose. En los últimos días han tenido lugar algunos acontecimientos relacionados con las crisis catalanas que podrían hacer girar las cosas hacia soluciones políticas. Democráticas.

En efecto, la justicia está actuando contra los forajidos, huidos y delincuentes. El ingreso en prisión preventiva de varios políticos independentistas y, sobre todo, la detención de Puigdemont en Alemania marca una nueva situación en varias direcciones. Ya han empezado a darse movimientos muy serios para la renovación de los liderazgos separatistas. Son ya muchos los que creen imposible la vía del "todo o nada" y proponen acuerdos transversales de carácter moderado y pactista. Pero, al margen de la solución concreta que surja de esta nueva situación, parece claro que el proyecto independentista ha fracasado rotundamente. Ahora solo cabe esperar que el Ejecutivo de Rajoy proteja a los ciudadanos de la violencia callejera de los separatistas.

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