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Agapito Maestre

La hora de la política

Para el PSOE, la defensa de la nación española es siempre una cuestión de segundo orden.

Mil interpretaciones tienen los resultados electorales, pero algunas son determinantes para saber qué pasará en el inmediato futuro. Tres me parecen imprescindibles para que nuestro decir contenga algún predecir. Se resumen en tres palabras: bloques, hegemonía y política. Sí, la primera lectura se refiere a las elecciones generales de abril, ganadas por el PSOE, que pusieron en evidencia la política de bloques; los frentes monolíticos y sin fisuras de la derecha por un lado y la izquierda por el otro han desaparecido. No entro en el análisis del porqué de la fragmentación de esa política frentista, sino que simplemente levanto acta del dato: la insuficiencia aritmética o sumatoria rompió los bloques…, cada partido político tendrá que ganarse el pan con el sudor, nunca mejor dicho, de su frente y no con el trabajo de los otros partidos.

Los bloques saltaron por los aires y ahora hay que hacer política de partido para toda la nación. Asunto difícil y complejo, sobre todo para partidos que no tienen claro qué es la nación. Mas este hecho, acontecimiento o afán ha sido revalidado el 26 de mayo: la nación tiene que ser gobernada por una pluralidad de fuerzas políticas. No hay un partido político hegemónico en España, es la segunda gran lección que podemos extraer de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, a pesar de que las ha ganado el PSOE; la prueba de que el PSOE, hoy por hoy, no es hegemónico es sencilla: ha ganado en muchas ciudades y comunidades pero, seguramente, en la mayoría de ellas no podrá gobernar.

No obstante, no me cabe la menor duda de que Sánchez podría tener la tentación, según reflejan sus periodistas de cámara, de recurrir a los nacionalistas, los golpistas, los populistas bolivarianos y los filoetarras para sacar adelante su investidura y conformar un Gobierno. Lo creo así, por decirlo brevemente, porque la ideología de fondo que soporta este PSOE de Sánchez no es otra que la suministrada por el federalismo asimétrico del PSC o, peor, la de los nacionalistas catalanes, que desprecian España hasta el punto de considerarla una "nación de naciones". En cualquier caso, para el PSOE la defensa de la nación española es siempre una cuestión de segundo orden. Esta singularidad socialista sospecho que será determinante para Cs a la hora de definir su política de pactos con otros partidos, aunque nunca debiera ser un obstáculo insalvable para tratar de meter en vereda constitucional a los socialistas.

En fin, sin bloques y sin hegemonías, todo dependerá de la inteligencia política de los partidos políticos. Todo a partir de ahora dependerá de alianzas y coaliciones que conformen mayorías serias y vertebradas, no para llevar a cabo utopías, sino únicamente para hacer políticas menos malas y lesivas para los ciudadanos. La política no puede aspirar a otra cosa mejor. Los resultados electorales del 26 de mayo, como he dicho en otro lado, son propios de sociedades abiertas y libres. Habrá todo tipo de pactos, pero todos tendrían que dejar claro, recogiendo los resultados electorales, que deberían quedar fuera de ellos los populistas y los totalitarios. Es obvio que para algunos sería aconsejable alcanzar grandes pactos de Estado, sobre todo para que la situación económica no se deterioré aún más; pero, por desgracia, los inflados egos de los actuales líderes políticos impedirá no sólo esos grandes acuerdos, sino que pondrán por encima de los intereses generales sus intereses privados.

Felicitémonos, en fin, por que haya líderes que sean capaces de reconocer que, si no se llega a grandes pactos de Estado, al menos se consigan coaliciones para hacer políticas menos malas que las anteriores; o sea, me conformo con que haya Gobiernos decentes en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. Y del resto para qué hablar.

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