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Antonio Robles

Catalanes de mimar

Los 'gafos' de turno han de aprender la lección: los nacionalistas no son Cataluña, sólo una parte de ella.

Los 'gafos' de turno han de aprender la lección: los nacionalistas no son Cataluña, sólo una parte de ella.

Nunca un fraude lingüístico ha logrado más rentabilidad política como el de "la minoría catalana". La instituyó Pujol en las primeras elecciones legislativas al Congreso de los Diputados para designar a su grupo parlamentario. De esa manera, excluía de su condición de catalanes a centristas, comunistas, socialistas y populares. Él monopolizaba la denominación y acabaría inoculando en el inconsciente colectivo de periodistas, políticos y ciudadanía en general esa obscenidad de identificar a catalanes con catalanistas. Nada más lejos de la realidad.

Contra esa reducción tramposa de intenciones totalitarias, la resistencia en Cataluña al nacionalismo obligatorio ha luchado a brazo partido para corregir a cuantos dentro y fuera de Cataluña generalizaban su rechazo a los rebuznos nacionalistas a todos los catalanes. Es evidente que con escaso éxito en personas que, por su cargo, debieran tener exquisito cuidado en no rebuznar en cuestiones tan delicadas. Es el caso de Juan Carlos Gafo, ex número dos de la Marca España. No sólo ha sido mal educado por utilizar reducciones propias del racismo cultural, sino un pirómano ignorante incapaz de darse cuenta de hasta qué punto daba a los que quería despreciar la mejor munición para redoblar los ataques contra España. Inútiles de ese calibre con carrera diplomática son difíciles de igualar. Ni siquiera su disculpa y dimisión lo salvan. El mal ya está hecho. Y la Marca España arrastrará su pecado original por los siglos mientras el victimismo catalanista tenga algo que obtener. Un gravísimo atentado contra la rehabilitación de la imagen de España y una disculpa más del nacionalismo para no querer saber nada de ella.

No me sirve que los nacionalistas nos estén faltando al respeto todos los días, a todas horas, poseídos por una autosuficiencia moral que aburre y asquea. Poner contraejemplos es ridículo, el agitprop de TV3 nos los renueva cada día. Hemos escrito miles de páginas sobre ello. Incluso como en el sonado exabrupto de Pepe Rubianes contra "la puta España", que en lugar de ser rechazado por políticos y periodistas nacionalistas, lo defendieron con el socorrido "Todos somos Rubianes". Incluida Carmen Chacón, la misma que ahora se ha apresurado a indignarse por lo de "Catalanes de mierda" de Gafo.

Y no me sirve refugiarme en el tú más, porque cuando algo está mal, está mal. Y nadie lo volverá bueno por muy mal que lo haya hecho el adversario. Y Gafo lo ha hecho rematadamente mal, sin disculpa alguna.

Y si alguno considera que esta percepción es contemplativa, que piense en el interés general de España. Aunque sólo sea por interés y no por educación y ética. ¿Cuándo se darán cuenta en el resto de España algunos voceros contra Cataluña que ésta es una sociedad mucho más grande, plural y hermosa que el nacionalismo, que aquí viven y luchan muchos ciudadanos que nada tienen que ver con ellos? ¿Acaso no vieron en el error de Wert cuando dijo: "Hay que españolizar a los alumnos catalanes (…)", que estaba dando munición gratis a los nacionalistas sin enterarse? Vean el vídeo y verán que apañados son para sacar partido a cualquier frasecita de estas tan usadas por ellos, pero sólo insoportables en nosotros.

Gafo, sin darse cuenta, pasará a ser un icono para las citas nacionalistas de todos los tiempos, a la altura de las del Decreto de Nueva Planta, Lerroux o Franco. ¡Buenos son ellos para sacar partido de la casquería política!

Los gafos de turno han de aprender la lección: los nacionalistas no son Cataluña, sólo una parte de ella, los catalanistas no son los catalanes, sólo una parte de ellos. Por consiguiente, cuando alguien quiera despotricar contra los carlistas, que no lo haga contra los catalanes, sino contra los carlistas catalanes.

Un verano, trabajando de plongeur (fregaplatos) en los lejanos tiempos de la dictadura como estudiante de bachillerato en Francia, el jefe de cocina me espetó: "Los franquistas nunca entraréis en Europa". Me irritó sobremanera que una persona adulta no diferenciara españoles de franquistas. Pues eso.

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