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Cristina Losada

Tomás Gómez o el anarquista en el armario

El problema del PSOE no es el PSC. Es el PSOE.

El problema del PSOE no es el PSC. Es el PSOE.

Si el PSOE sólo tuviera un problema con el PSC, entonces no habría problema. Para ilustrar el problema que tiene el PSOE a la hora de oponerse a los planes separatistas disponemos de unas cogitaciones de Tomás Gómez. El núcleo del argumentario que es capaz de blandir contra el nacionalismo un dirigente de alto nivel de aquel partido se resume en este razonamiento: "Nacionalismo y socialismo son incompatibles", porque los socialistas "defendemos la libertad y la abolición de las fronteras. Somos internacionalistas". O sea, que en lugar del castizo viaje de Madrid, al cielo, Gómez propone ir de Madrid a la Federación Universal de Pueblos.

Hace tiempo que no se escuchaba la voz internacionalismo, y con algún motivo. Igual quedan cuatro devotos del internacionalismo proletario, que eso era en rigor. Pero aquella idea de la época de la II Internacional se vino abajo cuando los socialdemócratas respaldaron a sus respectivos gobiernos nacionales para entrar en la Primera Guerra Mundial. También colapsó la propia Internacional. No sé de ningún partido socialdemócrata que vindique hoy el internacionalismo proletario, ligado, claro, al proyecto de una revolución mundial. Aunque ahí está Gómez. En cuanto a la abolición de fronteras que propone, ignoro si entraña acabar con los Estados. Igual es Gómez el tipo de la FAI infiltrado en Ferraz, un ácrata que no ha salido del armario.

El popurrí retórico del dirigente madrileño, que se inspira menos en la tradición revolucionaria que en el kitsch del Himno a la Alegría, nos lleva a diagnosticar el problema referido. Es el desarme ideológico del PSOE ante el nacionalismo. La confusión de Gómez refleja la confusión de los miembros de un partido que han crecido alimentados, por ejemplo, con la peregrina idea de que España la inventó Franco. Que aceptaron que España era un constructo artificial y perverso, y los nacionalistas tenían toda la razón en reclamar la autodeterminación o algo parecido. A este surtido de nociones tan extendidas en el conjunto de la izquierda se sumó el relegamiento de los derechos individuales a favor de los –supuestos– derechos colectivos, que volvieron a impulsar las políticas identitarias.

El problema del PSOE no es el PSC. Es el PSOE. Tiene un problema por su aproximación ideológica al nacionalismo, por sus pactos de gobierno con los nacionalistas, por su alineamiento con las pulsiones identitarias del nacionalismo. A ver cómo explican ahora que defienden la unidad de España a quienes aprendieron de ellos que tal cosa era franquista. Ya ven a Gómez, navegando entre el internacionalismo proletario, Miguel Ríos y Bakunin.

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