Los comunistas odian a los creadores de riqueza, a quienes tratan de aniquilar cada vez que gobiernan proscribiendo la propiedad privada y el libre comercio. El potentado Pablo Iglesias no es una excepción. Todo lo contrario: como el revolucionario por cuenta ajena que es, el caudillo bolivariano se conduce con un odio brutal hacia los empresarios más señeros, que contribuyen con su éxito a crear prosperidad y a mejorar la vida de todos. Si, además, son generosos con la sociedad y dedican parte de su dinero a ayudar a los más desfavorecidos, los líderes izquierdistas como Iglesias entran en ebullición. Pues quedan en deplorable evidencia.
El señor de Galapagar brama con saña cada vez que el dueño de Inditex realiza una donación para que, por ejemplo, la sanidad pública pueda lucha contra el cáncer de una manera mucho más eficaz. Sin vergüenza, el neocomunista que en vez de donar adquiere mansiones fuera del alcance de la inmensa mayoría de los españoles trata de insultar a Amancio Ortega asegurando que su filantropía es una mera limosna que trata de ocultar una presunta evasión fiscal. Lástima que Amancio Ortega no sea tan adicto a las demandas como los gerifaltes de Podemos.
Amancio Ortega cumple con el Fisco, tanto en España como en el resto de países donde operan sus empresas. Sus donaciones han convertido a España en líder en radioterapia y en un referente en la curación del cáncer, y son parte de un programa mucho más ambicioso de la fundación que lleva su nombre, que además quiere contribuir a la mejora de la educación de los niños españoles. Ya puede desgañitarse el acaudalado marxista que ni dona dinero ni crea puestos de trabajo y tratar de exacerbar el rencor social de sus votantes más fanatizados, pero la verdad está ahí, a la vista de todo el mundo: las sociedades avanzan gracias a gente como Amancio Ortega y a pesar de resentidos como el propio Iglesias, enemigos jurados de la verdad y de la libertad que sólo saben vivir a costa de los demás.